“Nadie se queda sin ver un espectáculo de la Comedia si quiere verlo”

Este año la Comedia Nacional apostó al autor nacional y cerró un primer semestre con un aumento del público. Casi 30.000 espectadores, incluso con entradas agotadas con un mes de anticipación. El director del elenco municipal, Mario Ferreira, habló de ese éxito, del rol de los actores al ser empleados del Estado y de los recelos del teatro independiente.

Actualizado: 25 de agosto de 2016 —  Por: Mauricio Erramuspe

“Nadie se queda sin ver un espectáculo de la Comedia si quiere verlo”

Mario Ferreira (Adhoc Pablo Vignali)

“Siempre digo que me cuestionaría la existencia de este elenco si ante sucesivos estrenos, la gente no viniera. Cuando ocurre totalmente lo contrario, siento que se está cumpliendo la misión”, afirmó Ferreira.

El actor y director logró ingresar al elenco municipal en 2005, después haberlo intentado unos años antes sin pasar la prueba. Y ya en 2007 debió tomar la responsabilidad de dirigirlo ante la vacante que generó la renuncia de Jorge Denevi. Fueron dos períodos consecutivos y ahora, tras la gestión de Margarita Musto, volvió la dirección general de la Comedia Nacional, en principio hasta 2018 aunque puede renovar por un período más.

Ferreira comenzó con buen pie. Apostó al autor nacional y el público respondió, con más de 30.000 espectadores, una media de 180 personas por función, en las ocho obras que se llevaron a escena: Maratón Liscano, de Carlos Licano; Mar de fondo, de Diego Arbelo; Las Maravillosas, de Taco Larreta; Los Descendientes, de Franklin Rodríguez; El gato de Schrödinger, de Santiago Sanguinetti; Lucas o el contrato, de Dino Armas; y de Milton Schinca El otelo oriental y Las Artiguistas.

Para el segundo semestre la cartelera irá por El poder nuestro de cada día, de Alberto Paredes, con dirección de Mario Ferreira; Barranca abajo, en una versión libre escrita y dirigida por Marianella Morena sobre la obra de Florencio Sánchez; La duda en gira, escrita y dirigida por Jimena Márquez; Los ojos abiertos de ella, de Raquel Diana, dirigida por Miguel Pinto; y La fuerza de la sangre, de Carlos Manuel Varela, basada en la obra de Cervantes y dirigida por Juan Antonio Saraví.

Así, Ferreira quiere consolidar su apuesta a que el elenco pase de seis estrenos anuales a nueve o diez, ganando en dinamismo y ampliando la oferta. También quiere volver al teatro infantil, visitar el teatro musical con mayor asiduidad y llevar a la Comedia en gira permanente con un elenco por el interior del país.

Muchos desafíos para cumplir una misión: “ofrecer el mejor teatro posible para la mayor cantidad de gente posible”.

 

¿Por qué optaron por dramaturgos nacionales para esta temporada?

La Comedia Nacional fue creada en su origen con ese objetivo. Uno de los propósitos era no solo ofrecer a la ciudadanía una alternativa de esparcimiento, educativa, de crecimiento intelectual y espiritual, sino también fomentar el desarrollo de los autores uruguayos.

A los pocos años el repertorio empezó a ampliarse e incorporó los autores clásicos, el teatro contemporáneo. Hay una inquietud en el medio, sobre todo de la gente que escribe teatro en Uruguay, por el poco lugar que tiene el autor nacional en la programación de la Comedia.

Nos pareció una buena idea hacer una prueba, justamente con la libertad que nos permite crear una programación en la que siempre te basás en criterios diversos. Este año apostamos a que todos los títulos sean uruguayos. Ver qué pasa con nuestro electo, que está también entrenado para otra dinámica, y también ver qué pasaba con el público.

En los hechos la respuesta ha sido estupenda. Este año no hicimos las clásicas reposiciones sino que arrancamos el año con dos estrenos que se prepararon rápidamente. En la última semana de febrero estrenamos Maratón Liscano y Mar de fondo, de autores nuestros, y se repuso Las Maravillosas que era un título que había dirigido yo el año pasado, de Taco Larreta.

Esa fue la primera franja. Después estrenamos cinco espectáculos: El Otelo oriental (de Milton Schinca), El gato de Schrödinger (de Santiago Sanguinetti), Los descendientes (de Franklin Rodríguez), Las artiguistas (de Milton Schinca) y Lucas o el contrato (de Dino Armas). Estos dos últimos se estrenaron en lugares nuevos, Las artiguistas en El Cabildo, y Lucas o el contrato en la Sala de la Asociación Cristiana.

Fue estupenda la respuesta del público. Por supuesto que hay espectáculos que convocan más. Eso siempre es así. Pero en el conjunto a esta altura del año ya tenemos cerca de 30.000 espectadores.

Fueron 159 funciones en el primer semestre. O sea que da casi 180 espectadores por función.

Es un número estupendo. Y tuvimos un espectáculo como El gato de Schrödinger que llegó a estar agotado con un mes de anticipación en la Zavala Muniz. Es de esos éxitos rotundos. Luego El Otelo oriental convocó a 13.000 espectadores.

Lo interesante de esto es que siempre el propósito de la Comedia es trabajar para una heterogeneidad de público y hacer que el teatro llegue a la mayor cantidad de gente posible. Esto quiere decir que nadie se queda sin ver un espectáculo de la Comedia si quiere verlo. Asisten grupos de liceos, de la tercera edad, diferentes colectivos que solicitan entradas. Los precios son muy baratos. Y ya te digo, quien no tiene dinero para pagar también puede acceder, siempre se encuentra la forma.

Hay entradas a 75 pesos.

Los viernes es a 75 pesos y luego 150 los sábados y domingos. Además, los domingos los mayores de 60 entran gratis.

Esa es una información que siempre sentimos que cuesta llegar. La gente sigue vinculando al Teatro Solís a las entradas costosas. Y se sorprenden cuando el precio es el que es.

Apostar a la dramaturgia nacional también puede generar ese acercamiento por una mayor identificación con los temas e historias.

Tal cual. Cuando uno ve o escucha historias que están ubicadas en su propio entorno o geografía, escucha referencias conocidas, genera de inmediato una empatía con lo que estás viendo y una apropiación distinta. El teatro siempre tiene esa posibilidad de ser universal y hay temas que lo son, pero es cierto que cuando hacés obras nuestras es una guiñada distinta que tenés con el espectador.

¿Cuál es la comparación con años anteriores, en cuanto a la afluencia de público?

El primer semestre marcó un aumento respecto al mismo período del año pasado. Pero el entorno de espectadores que lleva la Comedia a lo largo del año está entre los 50.000 y los 60.000 espectadores. Esto depende un poco de la cantidad de títulos que estrenes y también de los éxitos que ocurren o no.

Si tenemos éxitos en todas las salas, en un fin de semana son más de 3.000 espectadores los que ven a la Comedia. Esto no siempre es así. Pero pensar que el Solís pueda trabajar con una platea llena como nos pasó ahora con El Otelo oriental, es hablar de un muy buen número de espectadores, en el entorno de 400 personas por función.

Es tu tercer período al frente de la Comedia Nacional. ¿Con qué ideas asumiste esta nueva etapa, qué objetivos?

Fortalecer el trabajo del elenco con la convicción del trabajo que aquí se hace. Hay que acelerar los procesos, darle mayor dinámica al trabajo del elenco, mayor presencia. Esto de incorporar una tercera franja en el futuro va a ser una constante.

¿Qué quiere decir tercera franja?

La Comedia Nacional estaba acostumbrada a volver en febrero y reponer lo último del año anterior: Los estrenos empezaban en mayo o fin de abril. La idea es que en febrero ya estemos estrenando espectáculos que ya queden armados este año. Nosotros tenemos el último estreno el 13 de octubre y la idea es que al otro día ya todo el elenco, hasta que se va de licencia por mitad de diciembre, trabaje sobre los estrenos del año que viene.

No es lo mismo estrenar seis títulos y reponer tres, que estrenar nueve o diez. El año que viene además se retoma la obra infantil que es algo que tampoco hacíamos habitualmente.

¿Qué los lleva a volver al teatro infantil?

Nosotros vemos que en las vacaciones se mueven muchos niños que van al teatro. Pero son niños que pueden pagar una entrada. Hay una gran cantidad de niños que no acceden porque no pueden pagar 300 o 350 pesos una entrada.

Hay hogares del INAU, centros que nuclean a niños. Si se trabaja con ellos y se les facilita la llegada con entrada gratuita, creo que estamos cumpliendo una misión importante.

¿Ese te parece que es el rol principal de un elenco del Estado como el de la Comedia Nacional?

Yo creo que la misión fundamental es ofrecer el mejor teatro posible para la mayor cantidad de gente posible. Y en ese sentido los propios 70 años de historia de la Comedia avalan que ha sido una idea que ha funcionado.

Yo siempre digo que me cuestionaría la existencia de este elenco si ante sucesivos estrenos o años, la gente no viniera. Cuando ocurre totalmente lo contrario uno siente que está cumpliendo una misión y que esa misión se mantiene.

Claramente quienes pensaron en su momento que los individuos deben nutrirse no solamente de lo básico sino que también de las disciplinas artísticas, tenían una mirada de avanzada. Uno necesita el agua corriente, la luz, la limpieza, pero también precisa nutrirse de otros elementos y el arte en su conjunto forma parte de eso.

Yo no soy un romántico que cree que ver una obra de teatro te cambia la vida. Pero por lo menos te la cambia en ese ratito, estás experimentando algo con un conjunto de gente al lado que capaz no vas a ver nunca más, todos compartiendo una ceremonia que tiene miles de años y provoca sensaciones que solamente puede provocar el teatro en vivo. Es un extraño fenómeno. Para el actor es repetir pero el espectador está viendo algo vivo y auténtico que está sucediendo para él por primera vez.

Todo lo que da de seguridad estar en un elenco oficial puede tener la contrapartida de un anquilosamiento, que la gente se quede, que no busque. ¿Cómo se trabaja en la estimulación? ¿Cuánto hay de apuesta a lo innovador en el lenguaje teatral?

Son varias cosas. Primero uno tiene la obligación personal de saber que esto es un privilegio y que uno no puede quedarse por el hecho de que le paguen un sueldo. Pero hay una cosa que es real, y a veces se desconoce, es que la naturaleza del intérprete sea cual sea, cuando tenés que salir a escena y dar la cara, no te permite estar aburguesado, anquilosado ni sin ganas. El que se está exponiendo sos vos y eso es algo que nos importa a todos.

Cuando se ha visto como un peligro la burocratización de la gente que trabaja como artista yo lo relativizo. Al menos desde que entré aquí, hace 11 años, me he encontrado siempre con un elenco absolutamente dispuesto y con toda la energía para trabajar.

Si observás detenidamente podés pensar que algún compañero está con una postergación artística que está erosionando su presente o tiene deseos que no son cumplidos. En eso se trabaja y se habla. Lo que ocurre cuando uno pasa a ser actor del teatro público es que tu realidad como intérprete cambia. De pronto la ambición o el sueño personal que tenías sobre tu carrera se ve corrido de lugar porque sos un trabajador que está a disposición de una estructura que determina y decide los títulos que se hacen, los roles que te tocan, el director con el que vas a trabajar. Eso también es un entrenamiento. No cualquier actor se adapta a este ritmo y tiempo de trabajo.

Muchas veces aparecen recelos o resistencias desde el teatro independiente con el trabajo de la Comedia Nacional. ¿Cómo definís esa relación?

Siempre las hay. Siempre han lastimado y han dolido esas polémicas. En primer lugar creo que hay que diferenciar el teatro público del independiente pero no contraponerlos. Es una falsa oposición. La misión del teatro público no es la misma que la del teatro independiente. Pero en los hechos la Comedia Nacional se vive nutriendo del teatro independiente porque trabajan actores invitados, directores invitados, vestuaristas, escenógrafos, iluminadores que vienen del teatro independiente. La Comedia no les da la espalda.

Además, los recursos y la estructura de la Comedia permiten que se hagan puestas que de otra manera no serían posibles.

Absolutamente. Es cierto que el teatro se puede hacer con pocos recursos. Pero también es cierto que cuando uno ve una escenografía importante, un vestuario importante, allí también se está reflejando el trabajo de artistas que tienen de esa forma su vehículo para expresar lo que hacen.

También desde la Comedia Nacional se pueden comprar derechos de autor que de pronto afuera son imposibles. Ver obras de autores contemporáneos que son inaccesibles por los costos que tienen los derechos y la Comedia lo puede hacer, creo que es un valor que tiene la ciudad y quienes quieran ver los espectáculos.