De Fray Bentos al Calcio

Lucas Torreira nació en Fray Bentos. Tiene 20 años, mide 1,66 metros, pesa 65 kilos y es el volante central titular de la Sampdoria. Con 17 años viajó a Italia, a una prueba en el Pescara de la Serie B, y de ahí dio el salto. En diálogo con Contragolpe contó su vida y habló de sus sueños.

Actualizado: 21 de octubre de 2016 —  Por: Diego Muñoz

De Fray Bentos al Calcio

AFP

Dicen en Fray Bentos que cuando jugaba en el 18 de Julio no tenía puesto fijo. Ni rival que lo detuviera. Cuentan que la agarraba en su área, desairaba a pura gambeta a todo el equipo contrario y se metía en el arco con pelota y todo. Cuando Torrerira escucha esto, no le queda más que reconocerlo con timidez. “Je. Algo así pasaba”, dice a Contragolpe.

Aquel pibe sin puesto, que eludía rivales como conos, se transformó en volante al llegar al primer equipo del 18 de Julio. Ese puesto en el que hoy destaca en Italia.

Pasaron algunos años de aquellas tardes que siguen presentes en su memoria y en su corazón. Tan presentes como el 18 de Julio. “Estoy demasiado enamorado de ese club. Me dio muchísimo”, manifiesta y agrega que sigue todos sus partidos por internet desde Italia. La voz que relata le suena familiar. Es la de su padre, quien transmite fútbol en Fray Bentos.

La vida de Lucas empezó a cambiar cuando tenía 17 años. A comienzos de 2013 llegó a Montevideo para jugar al fútbol. Se alojó en lo de su hermana, que trabaja en la capital. Después de haber participado de la preselección sub 17 y de haber jugado en la Quinta de Wanderers, surgió la posibilidad de volar a Italia. “Al final de la temporada Wanderers iba a llevar cuatro jugadores al Pescara. Yo no estaba seleccionado entre ellos pero como había jugado bien y había estado en la selección sacaron un pasaje más y me llevaron”, recuerda Torreira.

“En diciembre vinimos a hacer la prueba dos semanas. Y yo quedé. Tenía pasaporte comunitario y eso facilitó las cosas”, agrega.

Poco importó la edad, el país, las costumbres, los compañeros. Sabía que estaba ante su gran oportunidad. “Tenía claro era la oportunidad de mi vida. Y se daba de una manera extraña. De gurí siempre soñé con las grandes ligas y en ese momento tenía la chance de llegar”, dice.

Jugó en el equipo Primavera casi toda la primera temporada hasta que lo subieron al plantel principal justo cuando el Pescara iba a jugar los play offs por el ascenso.

En 2015 se afirmó como titular en el mediocampo y para el 2016, con 28 partidos jugados en la B, la Sampdoria adquirió su ficha. “No tomo dimensión de lo que está pasando”, cuenta mientras su madre le prepara la cena en Génova, donde se empieza a sentir los primeros fríos de la época. “Ahora vinieron mi papá y mi mamá y también mi amigo Enzo. Así que la estoy pasando bien”, expresa.

Un chiquito en el mediocampo

Mide 1,66 y pesa 65 kilos. Admite que se las debe ingeniar para destacar en un sector del campo donde hay mucho contacto. “Trato de ser un poco más rápido, jugar a dos toques”, explica. Se define como un futbolista “intenso, agresivo, que le gusta manejar la pelota” pero reconoce que tiene “muchas cosas por aprender”.

El día que enfrentó a Suárez y que lo lesionó Messi

Torreira fue a jugar con la Sampdoria frente al Barcelona por el trofeo Joan Gamper. “Fuimos a España y fue un sueño. Jugar contra Suárez. No me conoce mucho pero sí tuve la oportunidad de decirle que era uruguayo, lo saludé y me saqué una foto”, dice.

En ese mismo partido salió lesionado tras una patada de Lionel Messi. “Él fue a pegarle al arco y yo llego al borde del área a cerrar, toco la pelota y me agarra en el gemelo”, comenta.

La selección y las “grandes metas”

Sabe Torreira que está en un “lugar divino”. Y que uno de sus sueños tal vez sea posible en algún momento. “Todo jugador sueña con defender a la selección. Soy consciente que es muy difícil pero también que voy por buen camino, por el camino justo. Tengo mucho por crecer y grandes metas por cumplir”, explica.