Lo normal, lo que esperan los médicos, lo que esperamos todos, es que el atacante del Liverpool esté listo para el combate durante la última fase de preparación del equipo de Vicente Del Bosque -primera semana de junio-, ya con 'la Roja' velando armas en Sudáfrica. Eso significa que el chico de Fuenlabrada debería ser de la partida en el bautismo de fuego hispano frente a Suiza, en la ciudad de Durban, el 16 de junio.
Pero, hagamos por un momento de abogado del diablo y pongámonos en la tesitura -no lo quiera el gran Billy Wilder- de que las cosas no son como las pintan los galenos y Fernando no tiene el cañón a punto para llenar de plomo la caja de caudales helvética. ¿Se viene el drama o hay vida durante el ratito que el 'Niño' calienta motores? O peor aún: si el menisco de su rodilla maltrecha dice basta y se va de vacaciones todo el torneo, ¿estaríamos ante el Apocalípsis de la España del 'tiki-taka'?
De ninguna manera. Si algo tiene de bueno este excelente grupo de jugadores y sin embargo equipo que le ha caído llovido del cielo a Don Vicente Del Bosque, es que es lo más parecido a McGiver sin herramientas y en pleno desierto del Kalahari. La calidad y los recursos de que disponen los Xavi, Villa, Iniesta, Silva, Cesc, Xabi Alonso, Busquets o Piqué es tan alta, que lo que en cualquier otro combinado del mundo sería un hachazo a traición, para 'la Roja' sería apenas un tachito en el camino hacia la final de Johannesburgo. Que Torres es una pieza importantísima en el equipo español nadie lo pone en duda, pero tampoco nadie puede dudar del rendimiento y efectividad de esta escuadra sin el héroe de Viena.
Tal circunstancia obligaría a Del Bosque a poner en marcha el plan B, esto es, el cambio del habitual 4-1-3-2, con Torres y Villa en vanguardia, al 4-1-4-1, en el que el 'guaje' quedaría como única referencia en ataque y muy probablemente Cesc completando la línea de cuatro jinetes de caballería ligera junto a Xavi, Silva e Iniesta. Pues qué quieren que les diga. Si me dan a elegir, prefiero a un once plagado de llegadores del calibre de los que les acabo de nombrar y un solo delantero. Si además se llama David, mucho mejor.
Las pruebas demuestran que cuando España ha jugado con cinco volantes, no sólo ha gozado de mayores porcentajes en el control de la redonda, sino que además ha diversificado sus opciones de llegada y multiplicado su capacidad de improvisación, una de las grandes virtudes que hacen diferente a esta selección. La mala fortuna de Torres nos permitió ver esa alternativa en varias ocasiones durante la fase de clasificación, y también en la recta final de la última Eurocopa, aunque entonces el que sufrió las iras del infortunio fuera Villa. El valencianista se rompió en la primera parte de las semifinales frente a los rusos, con 0-0 en el marcador.
Villa y Torres, dos atacantes cortados por distinto patrón, pero que tienden a moverse en los mismos cuadrantes del área enemiga, no lograban sacar ventaja del buen trabajo de sus arquitectos. Pero las lágrimas de rabia del 'guaje' dieron paso a la intrepidez de un Fábregas que ingresó al césped sobre un caballo alado para conducir a 'la Roja' hasta el éxtasis.
En la final, más de lo mismo y Alemania se tuvo que rendir de manera incondicional a un equipo que lo balanceó como si fuera una marioneta. Si a Xavi e Iniesta les pones al lado a Cesc, el rival ya puede olvidarse de ver la pelota hasta el día siguiente. Y eso si al trío que nos ocupa les agarra el sueño, porque si no...
*David Ruiz es periodista del diario Marca de España.