Posible apoyo popular
Los responsables de la original y simpática iniciativa, así como representantes políticos, de la sociedad civil, el ámbito académico y el religioso que están en conocimiento del contenido de la misma, creen firmemente en la posibilidad de que exista un consenso social para llevar adelante la drástica solución. “El pueblo uruguayo ha cambiado mucho en los últimos tiempos, ya no hace tanto pamento por estas cosas que antes lo escandalizaban en su condición de burgués con ínfulas de progre. Está como un poquito más práctico, menos prejuicioso con las medidas tildadas de fascistas entre comillas”, declaró a 180darwin un politólogo muy respetado, dentro del acotado mundo de respeto que se le puede tener a un politólogo
El politólogo, sumamente admirado por sus pares, cosa que no quiere decir nada porque todos los politólogos se profesan admiración recíproca como reflejo de lo que se admiran a sí mismos, agregó un dato estadístico: “Nosotros realizamos una encuesta el día de los festejos en 18 y nos salió que el 90% pensaba que `matarlos a todos no es una salida para descartar de plano, no hay que cerrarse`. Si la solución es rápida y eficaz, la sociedad la va a aceptar de muy buena forma”.
En el Parlamento, la mayoría de los representantes piensa que sería prudente llevar la iniciativa a un Referéndum Popular. “La idea sería votar como manda la Constitución. Y si el pueblo lo decide no se le puede negar ese derecho, y hasta el placer, de que se cumpla un deseo propio, como la casita en Solymar pero en este caso el Salsipuedes en alguna parte del país. El pueblo es sabio, con el pueblo todo y sin el pueblo nada. ¿Te comenté alguna vez lo que quiero al pueblo yo?”, declaró un legislador oficialista evidenciando su escasa llegada popular. Ante la pregunta de cómo harían para emboscar y exterminar a los pesados de Peñarol si antes se llevaba la iniciativa a plebiscito –con lo cual se enterarían de la discusión nacional y popular acerca de su poco venturoso destino-, la respuesta de un magistrado de la Suprema Corte fue contundente: “los barrabrava de Peñarol están limados, se olvidan al mes del plebiscito, tienen el cerebro quemado. Jurídicamente no habría grandes impedimentos, o sí, para ser sinceros: sí. Pero se arregla con buena voluntad”.
“Optimismo y avance. Ya estaría en marcha la impresión de 8 millones de hojas de votación”.
Estrategia para una emboscada
El plan, que ya avanza en una comisión parlamentaria multipartidaria (“esto tiene que ser una política de Estado, no del gobierno, creo que estamos ante uno de esos túneles que habló Mujica en la asunción de mando y nadie entendió qué quería decir”, habría dicho un Ministro), sería organizar un campeonato ficticio –hasta ahí no cambiaría nada con respecto al actual-, que terminaría con una final entre Nacional y Peñarol –sigue siendo igualito- a jugarse en el Campus de Maldonado –ahí está la diferencia-: “hay que aprovechar para limpiar alguno de Nacional también y arreglar la cosa por ese lado ya que estamos, sacar a las manzanas podridas del cajón, o al revés… sacar a los cajones de las manzanas podridas… no… poner a las manzanas podridas en cajones, ¡eso era!; además, si no agregamos algún plancha de Nacional las autoridades de Peñarol no van a agarrar viaje”, declaró el abogado que representa al movimiento social anónimo que promueve el proyecto y que juró que si salía su nombre en este informe se quedaba con nuestra página, nuestra casa, nuestros hijos que aún no tenemos, y nuestra vida que tampoco es gran cosa pero a él parece que le sirve como conservadora de órganos, por si las moscas.
Los habitantes de la zona del Campus de Maldonado se irían de queruza, como sonseando, con excusas más o menos creíbles; para eso la Intendencia de Maldonado ya prepara una lista de justificaciones verosímiles a repartir entre sus ciudadanos, entre las que se encuentran: el cumpleaños de una tía de Montevideo, visitar un pariente en Rocha, la muerte de una tía de Montevideo (puede ser la misma que cumplía años o no, esto es a gusto del fernandino), ir a Naná, ir a las maqui, ir a ver pasar autos a la Interbalnearia, ir al Conrad a ver al Puma Rodríguez, al Nogaró a ver a Paul Anka, al San Rafael a ver a Air Supply, a San Carlos a agarrar de gil a un montevideano que acaba de llegar, etc. Al terminar el partido: “se deja un tiempo prudencial para que salgan los jugadores y huyan lo más lejos posible, con la ventaja de que, mientras evacuamos los deportistas ya se van dando un poco de guasca entre las hinchadas y si Dios quiere se matan algunos como para ahorrar trabajo, y se cansan fundamentalmente, así los agarramos medio tullidos y con poca resistencia ya… y ahí sí: entran todas las fuerzas del orden vestidas de blandengues, los tanques, el guanaco (al hincha le gusta la pelea con guanaco, lo motiva), dos o tres helicópteros apache alquilados para la ocasión, un F-18 estacionado (no hay nadie que lo sepa manejar acá y los yanquis te lo alquilan sin chofer) pero que se vea, y a darles catanga hasta que el trabajo esté hecho”, comentó un diputado del Partido Colorado con la sonrisa dibujada en el rostro y frotándose las manos, al tiempo que sacudía una camiseta que decía “Fructuoso is back”.
Desde todos los ámbitos fueron muy claros en su resistencia a llamarle “exterminio” al proyecto, el término arrastra una connotación negativa que este noble sueño colectivo no tiene por qué pagar, según explicaron visiblemente esperanzados los involucrados. “Yo no le llamaría genocidio tampoco, es muy fuerte esa palabra, me parece mejor denominarlo: `Reseteo social`, es como arrancar de cero en algo que no hicimos bien, reiniciar la máquina social. Hay que admitirlo, es un gesto de humildad asumir lo que hicimos mal como colectivo, se nos fue de las manos y tenemos que hacerlo mejor, desde el comienzo. Por eso mismo: borrón y cuenta nueva, miremos para adelante y no volvamos a cometer los mismos errores”, explicó el psicólogo social que funciona como pieza clave dentro del grupo que presentó la iniciativa. “Piénsenlo así”, pidió el académico, “desde la óptica de los estúpidos que cantan de espaldas al partido y entran 10 minutos tarde para hacerse ver: van a estar orgullosos de ellos mismos por haber muerto en esa forma épica y con sus colores puestos. En su sistema de orden social es un honor morir en una batalla contra sus dos máximos enemigos (el del tradicional rival y el del tradicional policial), en una especie de truco gallo ruso, por llamarle de alguna forma. Incluso se les puede llegar a meter la barata de las 70 vírgenes de Azabache que los esperan en el cielo de los barrabravas , con la camiseta de Peñarol puesta. Así se quedan más contentos aún. Es una terrajada, pero ta”, agregó contundente aunque con problemas para cerrar una idea. Ante la posibilidad de la condena social que podría existir si finalmente se llevara acabo el ambicioso proyecto, el psicólogo social admitió “y a lo mejor dentro de 100 años nos comemos algún palito de la gente con conciencia social retroactiva, pero no pasa de eso”.
“Todo pronto. Green Peace habría adelantado que no se manifestará en contra. Tenfield y VTV apoyarían el evento, además de reclamar los derechos de la transmisión por considerarlo parte del Fútbol Uruguayo. Uvita donaría 100 litros de vino para mamarlos bien antes y durante el evento. REMAR estaría dispuesto a perder futura clientela que después se suba a atosigar gente en los ómnibus. Excepción: en el caso de Canal 10, no tomó posición al respecto ni hizo donación o reclamo alguno, pero aclaró que si están Tenfield y VTV ellos quieren estar”
Por último, el psicólogo social pidió que no se hagan comparaciones ociosas:
“No se puede meter en la misma bolsa el asqueroso exterminio de los Charrúas con esto, aunque se llamen igual, por un claro motivo: el indio es simpático con sus plumas y su pipa de la paz y sus boleadoras, nada que ver con las gárgolas pastabaseras que son un flagelo y no hacen vasijas con barro ni suben al escenario a cantar con Sting”.
La yapa: “Habría que tratar de que fuera Vilar a ese partido… así ya… ¿eh? ¿no les parece?”, pidió de manera enigmática pero con mucho tino, un conjunto de personas que tampoco quiso darse a conocer, pero por su reclamo estaríamos hablando de gente sensata.
