Entre el sábado 8 y domingo, la Comuna fiscalizó las picadas que se iban a realizar en el Cerro y en Jardines del Hipódromo. Allí se aplicaron 650 multas de tránsito.
En 133 de las infracciones, se sancionó a los motociclistas por no usar casco. En orden, continúan: exceso de velocidad, no tener licencia de conducir, no usar cinturón, exceso de alcohol en sangre e iniciar cruce con luz roja.
En total, se detuvieron 45 motos, ya que por “sus condiciones representaban un riesgo para los usuarios en general”.
Los operativos se realizaron entre la División de Tránsito de la Intendencia y la Policía de Tránsito, con la colaboración de la Jefatura de Policía de Montevideo y de las seccionales policiales de la zonas involucradas.
Este miércoles hubo otro operativo, en la zona del Cerro y Paso de La Arena. Allí se registraron 238 infracciones y se requisaron otras 25 motos.
Hugo Bosca, director de la División Tránsito y Transporte de la Intendencia, explicó a 180 que estas motos se detuvieron, básicamente, “por caño de escape libre o expansores puestos en condiciones anti-reglamentarias”. “Algunas motos, podríamos decir, tienen los frenos, el motor, el chasis y las ruedas”, agregó. “No tienen guardabarros, luces, nada, porque todo eso las deja más pesadas para correr”.
Para que la Intendencia devuelva las motos, además de pagar la multa, hay que reglamentar el vehículo, en las condiciones exigidas por la normativa. “Son muy pocos los que van a reclamar la moto. Son vehículos que tienen muchas infracciones y, además, por lo general, ya tienen modificaciones. Si la moto no es muy grande, no es muy atractivo ir a buscarla porque, a veces, todas las multas superan el valor total de la moto”, comentó Bosca, quien agregó que en el depósito de General Flores casi Propios, “hasta antes de estos operativos ya había unas 6.000 motos”.
La Intendencia tiene dos formas de enterarse dónde se van a realizar picadas: por denuncias de los vecinos en los Centros Comunales o por los propios inspectores de tránsito, que se acercan al lugar, vestidos de particulares, a observar la situación para luego informarlo.
En la noche de la picada, los inspectores llegan sobre las ocho de la noche, con el objetivo de persuadirla y desarticularla. “Nos ponemos en las inmediaciones y vamos fiscalizando a los que van llegando, que son casi todos infractores o con motos preparadas para correr -lo que las deja en condiciones antirreglamentarias- y empezamos a detener las motos, pedir los documentos, etc. Eso va desestimulando a quienes iban a participar de la picada”.
En estas dos ocasiones -las noches del 8, 9 y 12 de enero- luego del operativo, la picada no se realizó.
Bosca mencionó tres “juegos” que se hacen en estos lugares, además de las picadas. La “gallina ciega” implica que dos motos se pongan de frente, en la misma línea, y arranquen a gran velocidad. “Quien cede el paso al otro, es gallina”, dijo Bosca. La “Ruleta rusa” es cruzar los semáforos en rojo y “Superman” es cuando “hacen como que vuelan arriba de la moto”: se acuestan sobre el vehículo, piernas en el aire y aceleran a fondo.
Una de las mayores preocupaciones de la Comuna es la cantidad de conductores sin libreta. Según Bosca, esa cifra ronda el 20%. Esta situación trae otro problema, según el jerarca comunal. “Si es la primera vez que encontramos esta infracción, multamos. Si es la segunda vez, le retiramos la moto. Nosotros entendemos que la reglamentación debería incluir tener los documentos necesarios para circular. O sea, que nadie pueda manejar sin libreta de conducir”, sostuvo. Sin embargo, la normativa establece que, ante la primera infracción, se multa y se le permite al conductor que siga manejando. “Es un disparate”, opinó Bosca. “Son esas cosas que nadie entiende, pero son las normativas de nuestro país”.