Una imagen que ya no veremos: un futbolista corre hacia el banderín del córner. Van pocos minutos de un partido intrascendente. A medida que se acerca la tribuna corea su nombre. El jugador toma con sus manos la camiseta, pone el escudo a la altura de sus labios y lo besa apasionadamente. La tribuna delira. La lengua va y viene, el beso se prolonga. Los jugadores impacientes en el área. El juez mira su reloj. La lengua sigue viboreando sobre la insignia. La barra grita extasiada. Los jugadores dejan de agarrarse en el área y comienzan a estirar para no enfriarse. Los relatores les dan paso a los locutores comerciales y salen a fumar un pucho y apurar una petaca. El juez a punto de sacar la amarilla por hacer tiempo. Las manos del futbolista sueltan la camiseta y un círculo de saliva rodea el escudo. El jugador manda el centro… el cinco de El Tanque Sisley la despeja en el primer palo.
No es un momento fácil para el Escudo de Peñarol y se nota. Las estrellas medio apagadas, mirando para abajo; las rayas flacas, un poco desordenadas y desdibujadas. Está hecho un escracho, pero mantiene intacta la entereza con la que remó el clásico del 8 contra 11, con la que ganó cinco libertadores y con la que, ahora, pone fin a una de las relaciones más intensas entre un jugador y un objeto inanimado que haya visto el fútbol uruguayo desde Dely Valdez y su cadenita o Fabián O’Neill y la botella.
“Llegó el momento en que era él o yo. Me planté ante la directiva y les dije: ya no aguanto más esta situación, si él va a seguir van a salir a la cancha sin escudo, como cuando el viejo Damiani no consiguió espónsor para la camiseta y jugaron con un signo de interrogación en el pecho como si fueran el equipo del Acertijo.” le dijo la emocionada insignia al periodoncista de 180darwin (está bien llamarlo así porque tiene más avanzada la carrera de odontología en Academias Pitman que la de Periodismo en el IPEP).
Pero cómo llegaron a esto es una respuesta que solo dos personas tienen: Pacheco y el Escudo. Y ya que tenemos al Escudo a mano no vamos a ir a buscar a Pacheco, sobretodo porque para hacerle una nota tendríamos que esperar a que la flaca de Subrayado termine la que empezó a hacerle el lunes.
“Al principio era como un cuento de hadas -prosigue el Escudo-, una luna de miel continua, cualquier excusa era buena para estar juntos: éramos como dos adolescentes en celo cuyos padres se fueron un fin de semana afuera y nos dejaron solos en el Palacio Peñarol. Pero pasó el tiempo y la relación se entró a estancar. De pronto en la intimidad no pasaba nada pero era cuestión que apareciera un hincha de Peñarol y me chuponeara; una reacción inmediata e irracional, como cuando te tirás al agua y te vienen ganas de mear o cuando ves el comercial de los panchos electrocandombetangomurgueros y querés devolver la cédula y el pasaporte y pedir otra nacionalidad.
Eso para mí era muy doloroso, imaginate lo horrible que es estar con alguien con quien puertas adentro no pasa nada pero para el exterior tenés que estar aparentando todo el tiempo. Aparte de esa manera… yo ya no quería nada y él cada vez me chuponeaba más en público, de forma cada vez más alevosa. Porque está bien en un gol… pero agarrarme así en cada córner, cuando te saca el técnico, cuando te hacen una nota, cuando te reconoce un hincha por la calle… Ya me aburrí de poner la trompa para esta puesta en escena, yo no soy la puta de nadie.”
Un final triste e irreconciliable para dos emblemas de Peñarol. Sin embargo el silencio oficial hizo que se generara un movimiento natural de indignación en la hinchada aurinegra: el “Banderazo”. La opinión del Escudo ante esta manifestación fue tajante: “No me hablés de muchachos que no tienen vida y se pueden juntar un jueves para ir a reclamar a la sede de Peñarol. Viven a través de la vida de los demás, no tienen una familia que los quiera, es evidente. Es gente sin perspectivas de vida útil, son los mismos que se pasaron un año para hacer la bandera más grande del mundo, se juntaban en comisiones, se reunían, con tal de no estar en su casa hacen cualquier cosa". El periodoncista de 180darwin le preguntó si esa no era una reacción desde el resentimiento porque nadie salió a hacerle un “Escudazo” y el Escudo le dijo que no iba a contestar a provocaciones periodoncísticas. Tampoco fue buena su reacción cuando se le consultó por un supuesto video que circularía en Internet en el que aparece teniendo relaciones con la cadena de oro de Paco Casal. “No me podés preguntar por eso, ese video está trucado. Se terminó la nota ahora mismo”.