Sarkozy, un papá preocupado por el euro

El presidente frances Nicolas Sarkozy afirmó el jueves que sentía una "alegría muy profunda" al día siguiente de que su esposa Carla Bruni diera a luz a una niña, dando al mismo tiempo la imagen de un padre atento pero muy ocupado en plena crisis en Europa para salvar al euro.

Actualizado: 20 de octubre de 2011 —  Por: Redacción 180

Sarkozy, un papá preocupado por el euro

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"Hemos tenido la suerte de tener una gran felicidad. Todos los padres que están aquí pueden comprender nuestra profunda alegría", afirmó el mandatario francés en presencia de la prensa luego de un discurso informal ante trabajadores de un centro de tratamiento de residuos en el oeste del país.

Al mismo tiempo que expresaba su alegría por el nacimiento de su hija, a la que volvió a ver la mañana del jueves en la clínica privada parisina donde llegó al mundo, Sarkozy, que no modificó su agenda que incluía un desplazamiento al interior del país como hace cada semana, no dudó en afirmar que se trata de un asunto "privado".

Su esposa, Carla Bruni Sarkozy, ex modelo y cantante de 43 años con la que contrajo terceras nupcias el 2 de febrero de 2008, dio a luz el miércoles a la tardecita a una pequeña, cuyo nombre no será anunciado oficialmente, previno el Elíseo, sede de la presidencia.

Nicolas Sarkozy, de 56 años, es padre de tres varones de dos matrimonios anteriores: Pierre de 26 años y Jean de 25, fruto de su matrimonio con Marie Dominique Culioliu, y Louis, de 14 años, de su segunda esposa Cecilia Ciganer Albeniz.

Carla Bruni tiene un niño de diez años, Aurélien, fruto de una relación anterior con el profesor de filosofía francés Raphael Enthoven.

En varias ocasiones, Carla Bruni había manifestado su deseo de tener otro hijo.

En diciembre de 2010 la prensa del corazón indicaba que durante un viaje por entonces a la India, la primera dama francesa se reunió con un religioso especialista en fertilidad, Pirzada Raees Miyan Chishti, quien confirmó que la esposa del presidente francés quería tener otro varón pese a su edad.

Nunca hubo un anuncio oficial de su embarazo, del cual se supo a través de Pal Sarkozy, padre de su marido, el 17 de mayo.

Días después, la primera dama de Francia ponía fin a los rumores mostrando su panza incipiente ante fotógrafos y cámaras de todo el mundo que cubrían en Deauville una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G8, presidido este años por Francia.

Hace unas semanas, Carla Bruni advirtió que no mostraría fotos de su bebé y que no lo expondría a los medios de comunicación, a diferencia de los primeros meses junto al presidente francés cuando eran fotografiados en Jordania con su primer hijo a hombros del presidente.

El diario francés Le Figaro (derecha), su principal apoyo en la prensa nacional, afirmaba el jueves que el presidente francés "cerró el expediente mediático titulado 'vida privada' que abrió hace diez años".

"Hemos sufrido mucho, Carla y yo por los rumores. Vamos a evitar las fotos", declaró Nicolas Sarkozy a ese diario.

Pero al no modificar en nada su agenda, llegar a la clínica privada donde su mujer dio a luz con carpetas bajo el brazo, Sarkozy dio la imagen de un dirigente que aún en estas circunstancias no abandona los asuntos del país, sobre todo en un periodo de grave crisis del euro.

Porque mientras su esposa estaba en la sala de partos, él estaba en Fráncfort reunido con la canciller alemana y varios responsables europeos, preparando una cumbre decisiva del próximo domingo en Bruselas.

La presidencia francesa se abstuvo de hacer cualquier comentario oficial, pero los amigos políticos de Sarkozy se encargaron de transmitir el mensaje de que el presidente trabaja pese al nacimiento de su niña, a la que sin embargo fue a ver la noche del miércoles y el jueves a primera hora.

"El presidente de la República no escatima esfuerzos pese al feliz nacimiento, y a la gran alegría que acaba de darle su esposa", declaró el alcalde de Marsella, Jean Claude Gaudin.

El ministro de Defensa, Gérard Longuet, alabó igualmente la actitud de Nicolas Sarkozy: "un presidente que está bien en sus zapatos, en su cabeza, en su vida, es un regalo para nuestro país, una suerte, en todo caso, para la mayoría" en el poder, sostuvo.

El jueves, luego de recibir unos regalitos en la localidad de Changé, un babero, un libro para su esposa y un pequeño roble para plantar, que Sarkozy agradeció, dijo que sobre el nombre de la niña "dejaremos a la mamá el placer de decirlo".

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