Joel Rosenberg

No hay santos

El Sindicato Médico del Uruguay anunció en un comunicado que presentará una denuncia ante la Justicia Penal para que se investigue los datos presentados en el programa de Canal 4 Santo y seña, el miércoles 25. “Los testimonios se refirieron a actos delictivos realizados en el ámbito de la salud que incluso involucrarían a los propios denunciantes como participantes de los mismos”, afirma el texto.

Actualizado: 29 de abril de 2012 —  Por: Joel Rosenberg

(Opinión en No toquen nada acerca de una denuncia penal del Sindicato Médico y el programa Santo y Seña)

Me parece un gran error del SMU que, con buena fe, intentando generar tranquilidad y transparencia, termina metiéndose en un circo. En definitiva, genera todo lo contrario, provoca desconfianza y más problemas.

El presidente del SMU, Martín Rebella, se comunicó con No toquen nada y explicó que el sindicato se siente obligado a hacer la denuncia ya que lo integran muchos funcionarios públicos y quieren que esas dos personas que denunciaron vayan a la justicia. Es un error porque hay miles de funcionarios públicos que escucharon lo mismo e incluso el Ministerio de Salud Pública está por encima y lo podría hacer. El SMU ha sido el actor que más o menos ha intentado explicar de qué se trata la confianza en la relación médico paciente y ahora se va a presentar en los juzgados y va a transitar por otro lado. Además, es un error porque esos dos testimonios no fueron lo más importante, la denuncia fundamental es la de los amigos del conductor del programa, que fue dicha al pasar.

El miércoles, en su estreno, el programa Santo y seña no tenía datos nuevos sobre los dos enfermeros procesados por homicidio. Quizás lo único diferente fue decir que una de las 20 denuncias que se analizan en el MSP podría ser la de un famoso. La muerte de Ariel Del Bono fue contada, sin muchos datos precisos, sin explicar en qué se basa la sospecha. Pero sí se narró, con detalles de cómo “la última lágrima” le corrió por la mejilla. Transmitir ese cuento de la manera en que se hizo no se le ocurre ni al peor Jorge Rial. Me solidarizo con la familia de Del Bono.

También había algunos errores. Hoy, 45 días después de la investigación, es un error decir que Santa Lemos fue dada de alta antes de morir. Cualquiera que haya trabajado como periodista el tema sabe que no hubo un alta firmada. Quizás sea un detalle menor, pero no lo fue por la forma en que se trató, cómo se manejó.

Sin mucho que decir de los enfermeros el programa saltó a un tema mucho más importante: se pasó a los cuidados paliativos, a la muerte sin dolor, a “bajar” a los pacientes. Pero se pasó sin decir “agua va”. De enfermeros procesados por homicidios se saltó a un tema importante dejando entrever que el cuidado de pacientes terminales deriva en decenas o centenas de médicos homicidas, sin decir dónde, cómo ni cuáles.

No tiene absolutamente nada que ver con el caso de los enfermeros. No se aclaró que se trataba de algo distinto y se presentó de arranque, antes de ver un solo testimonio, con un título sensacionalista/ escolar: “la muerte se viste de blanco”.

Hubo dos testimonios, los que el SMU quiere enviar a la Justicia. Una enfermera con voz distorsionada y un ex acompañante de enfermos, con un manejo muy ambiguo y con poco lenguaje médico. Este último testimonio sería tomado con pinzas hasta en un asado. Claro, filmarlo en un cementerio es un golpe bajo pensado. Sí, es lineal, como el título de la muerte blanca, pero es un sensacionalismo pensado y producido.

Cuando vuelven de estos testimonios confusos, durante la entrevista con el presidente del SMU, Martín Rebella, el conductor del programa, Ignacio Álvarez, dice que tiene dos médicos conocidos que le mencionaron lo mismo que los testimonios. Dijo que le hablaban de un médico al que le decían “Terminator”.

“Yo hablé con dos médicos, amigos, de confianza, antes de venir acá y los dos me dijeron: toda la vida pasó eso. Me hablaban de Terminator como le decían a un médico que trabajaba con ellos…”, contó Álvarez.

¿Para qué hacer el ridículo con el endeble ex acompañante de enfermos si tiene dos amigos médicos que le contaron lo de Terminator? ¿Por qué no pusieron esos testimonios confiables de amigos, médicos? Esta es la denuncia que tiene que ir a la justicia, es la parte fuerte del programa aunque no fue parte del mismo. El SMU y el Ministerio deberían denunciar a los dos amigos médicos del conductor para que estos vayan a contar a la Justicia lo que saben de asesinos y Terminators.

No estoy analizando el programa en sí, sino las denuncias que allí se dieron. No tengo la capacidad para analizar el programa. Creo, además, que por cómo se dio tampoco da para analizarlo mucho desde el periodismo.

Quizás la forma y los contenidos del programa se expliquen con una entrevista de prensa los días previos. Allí Álvarez, un excelente comunicador que dentro del periodismo debe ser el que mejor enfrenta la cámara de televisión, dijo que había mucha expectativa y eso le generaba mucha responsabilidad porque “no podía solucionar todos los problemas”.

Por eso es difícil analizarlo desde el periodismo. Porque el conductor tiene reflexiones que no son periodísticas. Esta es una idea para un presidente, un ministro o para Superman. En todo caso para Pinky y Cerebro, pero no para un periodista.

Solucionar los problemas no tiene nada que ver con el periodismo. Ni uno, ni todos.

No estoy hablando de manuales de periodismo, que hay un millón. Se hace mucho buen y mal periodismo en todos lados y seguramente nosotros hacemos mucho más de lo último.

Pero hay cosas que no tienen que ver con el periodismo, cosas que nos da la capacidad a mí y a los ciudadanos para entender: la mala leche, la adjetivación temeraria, la búsqueda de repercusión por cualquier medio.

Eso lo entendemos todos.

Es intolerable, es el sensacionalismo ramplón en temas de seguridad de la salud. Poner en riesgo la confianza de miles de familias que miraban la televisión ese día u otros miles a los que les contaron después con un testimonio de “un Pascual” en un cementerio es una basura, es burdo y maniqueísta. Nos habla de buenos y malos en la salud, de asesinos y denunciantes sin el más mínimo rigor.

Acá hay una crisis de confianza que marca muy bien el SMU, es la crisis entre pacientes y médicos. Creo que estamos abriendo otra crisis de confianza, una de credibilidad, entre los ciudadanos y el periodismo.



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