"Tuve una infancia feliz pero muy difícil", dijo entre lágrimas Foster, que no acostumbra a hacer declaraciones personales, frente a más de 300 líderes mujeres de Brasil y otros países el lunes de noche en Sao Paulo.
"Yo nunca sabía si iba a poder seguir estudiando", afirmó esta ingeniera química de 58 años, con un doctorado en energía nuclear y un master en administración de empresas, que hoy dirige la cuarta petrolera del mundo en valor de mercado.
De niña, trabajó reciclando papel y cartón en la favela del 'Morro do Adeus', en la zona norte de Rio. También ganaba dinero escribiendo cartas para vecinos analfabetos, para comprar lápices y cuadernos, y luego dio clases de matemáticas y de inglés.
Entró en Petrobras como pasante a los 24 años, y nunca más dejó la empresa. En febrero, la presidenta Dilma Rousseff la designó al frente de la gigante petrolera que tiene el enorme desafío de desarrollar los yacimientos de petróleo en aguas ultraprofundas de su costa y más que duplicar la producción de crudo para 2020, convirtiendo a Brasil en un país exportador.
"Yo tuve una madre, Dona Terezinha, una señora muy pequeña, de un metro y medio, muy simple, que estudió un poco, y cuidaba muy bien de su hija (...) Yo quería jugar, quedarme en la calle, y ella me llamaba a estudiar", recordó Foster en una charla con periodistas que accedió a tener bajo la condición de que no se discutiera de negocios.
Foster se mueve en el mundo predominantemente masculino de la industria petrolera --de los 61.000 empleados directos de Petrobras, un 84% son hombres, dijo-- pero prefiere defender la diversidad que reclamar la paridad.
"Hay que enfrentar el prejuicio, la discriminación. Hay que buscar la diversidad", aseguró.
(AFP)