En el 2000, los Big Four recaudaron 3,971 billones de yenes. La radio que es la menor de las cuatro industrias, recaudó 207 billones de yenes. Ese mismo año, el cine ganó 171 billones de yenes -incluidas las importaciones- (1).
El público nipón no tiene el hábito de ver películas locales, se inclinan por las ficciones de Hollywood. A pesar de ese rasgo, no todo es consonancia con Occidente en el archipiélago. El cine independiente japonés ha realizado la mayoría de las películas exitosas del país: 234 de los 287 films de 2003 fueron técnicamente independientes (ese año, las grandes compañías editaron sólo 53 largometrajes: 10 veces menos de lo que producían en 1998 y 1999).
Vale aclarar que, en el país del haiku, independencia no es sinónimo de marginalidad u oposición: los estudios Ghibli (2) (Porco Rosso, El viaje de Chihiro) han producido grandes éxitos. El modelo es sencillo, Toho distribuye las películas -y goza de enormes ganancias- sin interferir en el trabajo del director Hayao Miyazaki (3).
Popular
Como sostiene el teórico Darrell William Davis, la mejor definición de cine popular en Japón es: “cercano a la TV”.
El éxito del cine japonés depende del vínculo, de la proximidad, que tenga con la TV y otros medios de la imagen.
A mediados de los ’90, las películas locales se volvieron más atractivas para la audiencia nipona. Pero ni las multisalas ni los grandes estudios tuvieron que ver con este fenómeno. El sector independiente trabajó con actores, series y productores provenientes de la TV (4).

Kitano “Beat” Takeshi (o Takeshi Kitano para los occidentales) es cría de los cruces entre la TV –los shows de variedad-, la comedia stand-up y el cine. De hecho, es una celebridad en cada uno de los Big Four.
I. Él es el más chico de cuatro hermanos de clase obrera. Su padre era un pintor de casas alcohólico. Kitano sospecha que era un yakuza (5) fracasado.
II. T.K. estudió ingeniería en la Universidad de Meiji pero abandonó antes de recibirse.
III. En 1973 creó un dúo de stand-up con Kiyoshi Kameko, The Two Beats. Estos caballeros hacían sus presentaciones en centros nocturnos del pecado (cabarets, para todo lector no perteneciente al opus dei). De ahí saltaron a la pantalla con un par de roles en comedias (Merry Christmas, Mr. Lawrence).
IV. Takeshi Kitano –su alterego es Beat Takeshi: comediante, personalidad de TV, actor- renació en el ’89 cuando tomó las riendas del film Violent Cop. Tras reescribir la película, debutó como director.
V. Los académicos comparan a Kitano con Scorsese, Bresson y Ozu. Beat Takeshi se describe como una mezcla de David Letterman + Woody Allen + Howard Stern.
VI. Kitano llegó a hacer 9 programas de TV por semana, uno en cada canal. Ha llevado adelante magazines, show de concursos, programas de entrevistas e incluso comenta deportes.
Kitano es múltiple. Kitano es múltiple de Kitano
En sus películas, Takeshi Kitano ha retomado la tradición yakuza (Boiling Point, Sonatine, Hana-Bi, Brother), las películas de samurai (Zatoichi) y el tradicional teatro de marionetas bunraku (Dolls).
Con Takeshis’ (2006) inauguró la etapa más peligrosa e interesante de su carrera. Esta obra gigante, autorreferencial, de lógica onírica e hipervincular, abre la trilogía que completan Glory to the film maker! (Kantoku · Banzai!, 2007) y Aquiles y la tortuga (Akiresu to kame, 2008).

Aquiles y la tortuga es su decimocuarta película. A diferencia de sus predecesoras, este largo se despega de Kitano para elaborar preguntas más grandes. Este film deconstruye al arte y al artista a través del caso de Machisu (el nombre de Matisse en japonés), un pintor que desde la niñez antepone la pintura a todo.

Aquiles y la tortuga parte de la paradoja de Zenón de Eleas que le da el título al film, paradoja que intenta demostrar que el movimiento es ilusorio desde la ilusión del tiempo, ya que la tortuga jamás será alcanzada por Aquiles, “el de los pies ligeros”.
Este largometraje narra la historia de un niño que pinta y, a pesar de que es pintor, desea obsesivamente ser Pintor.
Esta obra podría quebrarse en dos partes: la primera, narra la niñez, caída e intento de salir adelante del joven artista; la segunda, protagonizada por Takeshi Kitano, encarnando la versión adulta y fracasada de Machisu, radicaliza la búsqueda del pintor y apuesta a, por lo menos tres maniobras del humor: la exageración, el minimalismo y el absurdo.
En Aquiles y la tortuga el director demuestra que domina el oficio cinematográfico.
En consonancia con la quietud del lienzo y con la dependencia lumínica que hermana al séptimo arte con la pintura, Kitano opta por restringir el movimiento de cámara y se luce por sus decisiones de composición y por cómo administra el color. Además, maneja el tiempo y el tempo, no sólo con fines dramáticos, sino para estimular la mirada y la reflexión.
Como el documental ¿Quién #$&% es Jackson Pollock?, la decimocuarta obra de Takeshi Kitano problematiza qué es el arte, quién legitima el arte, cómo funciona la relación arte-mercado-mentira y qué hace a un “experto” de arte un experto.
El resultado es corrosivo y conmovedor.
Aquiles y la tortuga ***3/4
Licuado melodramático cómico. Japón. 119’
Dirige y guiona: Takeshi Kitano
Con: Reikô Yoshioka, Yûrei Yanagi, Takeshi Kitano, Kanako Higuchi, Kumiko Aso, Susumu Terajima
(1) Ciecko, Anne. Contemporary Asian Cinema: popular culture in a global frame, Berg Publishers, USA, 2006.
(2) Ghibli pertenece a Tokuma Shoten, una exitosa editorial. Ghibli tiene su propio parque temático en Tokio
(3) Diseny distribuye las obras de Ghibli en Occidente.
(4) Además de generar un generoso combo de programas exitosos, el productor estrella Sento Takenori lanzó la carrera de Hideo Nakata (La Llamada), figura paradigmática del horror de puntas florecidas o “j-horror”. Tras el éxito de La Llamada (remake de Ringu), los EE.UU. (y, por lo tanto, el mundo) han quedado fascinado con el terror japonés -con lo que entiende Hollywood por terror japonés-.
Constantes que, supuestamente, deben tener esta clase de films: 1) un espíritu vengativo femenino y pelilargo imposible de detener -ergo, la maldición de la película se reproduce hasta manchar al mismísimo espectador-, 2) el fantasma de un pálido niño nipón, 3) humedad y, por supuesto, 4) el mal asociado a la tecnología y la ciudad.
(5) Gángster.
Las opiniones vertidas en las columnas son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente posiciones del Portal 180.