Así como la ves

Verónica Gutiérrez Lecomte es escribana, divorciada y madre de tres hijos. Algunas temporadas hace actuación con títeres y cursa materias en Psicología. Y este año publicó su segunda novela en Alfaguara, una novela que terminó yendo "de ciber en ciber": Cuando el mar se ilumina.

Actualizado: 06 de octubre de 2013 —  Por: María Eugenia Martínez

Así como la ves

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Ahora, cuando la presentan en reuniones sociales, algunos conocidos comentan: “Así como la ves, ella tiene dos novelas publicadas”, cuenta y se ríe. “¿Así cómo?”, se pregunta, pero prefiere no interpretar.

Hace unos años, después de divorciarse y un poco de casualidad, hizo un taller literario con Roy Berocay. De allí salió la novela que Alfaguara le publicó en 2010: El lugar de las cosas ocultas.

Después de ese primer libro, había hablado con la editorial sobre la posibilidad publicar un segundo, pero tenía muy poco escrito.

— Tenía que entregar en setiembre del año pasado e hice un cálculo. Me dije: menos de 300 páginas no puedo escribir. Dividí 300 en los días y tenía un promedio como de ocho carillas por día. Solo a mí se me pudo ocurrir (se ríe). A veces, en una semana escribía cinco. Al no tener el taller, no tenía la disciplina de cumplir con el trabajo y me sentía muy sola.

No sabía si iba bien, me preguntaba: ¿estará bueno? Me daban unos miedos impresionantes, tuve que hacerme como una terapia. Tenía miedo de que gustara menos que la otra.

Yo la disfrutaba y encontraba que estaba bárbara, pero me decía: ahora es la prueba de fuego. Roy me había dicho: “el mundo está lleno de primeros libros”. Y yo lo sentí. ¿Podré? ¿Serviré? Porque lo otro había sido como un juego y Roy me acompañaba. Pero no quería quedar pegada si no estaba buena la segunda.

—¿Y cómo fue?

—Malo no me han dicho nada. Escrito no he visto mucho, pero sí me han hecho varias entrevistas en la radio, que pasé unos nervios de muerte pero ta… A la primera fui con mi hija de 19 y empecé a decir: me quiero ir, ay no tomé el plidex, y mi hija me decía: por favor no seas guaranga. Entré y después estuvo genial.

—En la novela nueva hay una muerte, una investigadora y una historia de swingers. ¿Cómo nace la historia?

—Cuando terminé la otra se me había ocurrido una historia entre parejas, una historia de swingers y había una muerte. (Quería hablar) sobre esa idea esa de ampliar las posibilidades, que muchas veces termina en situaciones como las que hay en la novela.

Eso de buscar alternativas siempre me llamó la atención, hablé con gente que hacía (intercambio de parejas) y me resultaba interesante esa postura.

Empecé esa historia pero no la encontré. Después surgió el personaje de la investigadora. Me empezaron a venir ideas de cómo era ella, su humor, su físico y se lo mandé a mi hermana. Mi hermana me respondió: “Y se llama Antonia Pimienta”. “Sí”, le respondí.

Se toca el pecho, saca una medallita y cuenta:

—Esta medallita es la que me regaló mi familia cuando firmé el contrato. Cuando estuvo pronta la novela le puse la fecha: 8 de mayo de 2013, que fue el día en que llegó a casa. Y le puse el nombre Antonia, que es el personaje.

—¿Ya empezaste a escribir la tercera?

—Sí.

—O sea que perdiste el miedo…

—Noooooo. Ahora son otros. Ahora tengo más entusiasmo, me siento más segura pero no estoy del todo convencida de la historia que elegí. Yo no tengo el oficio de escribir: me gusta, lo disfruto y lo tengo que hacer por eso, pero no tengo disciplina.

El proceso de esta segunda novela fue mucho más largo de lo planeado y se tuvo que poner una fecha límite para entregar.

—Estuve toda una noche sin dormir para cumplir con mi fecha. Después me bañé y me fui al Registro, sin dormir pero feliz. La mandé el 31 de diciembre a las 6.36 de la tarde.

Fui a la computadora de mi hermana a mandarla, porque tenía la mía rota y había hecho toda la última etapa en los ciber. Iba a un ciber, iba a otro... Pero el acto solemne de mandarla lo hice desde lo de mi hermana.

Este fue un libro que me dio mucho trabajo. Fue un triunfo de la voluntad porque tuve que trabajar muchas cosas, como el temor. Me conmovió mucho terminar, haberlo logrado. Y fue muy emocionante todo: elegir la tapa, ver los nombres. Cuando de la editorial me mandaron cinco posibilidades de tapa, el corazón lo tenía en la garganta, las miraba y lloraba.

—¿Y cómo sentís ahora esta etapa?

—No creyéndomela mucho, ahora estoy un poco mejor. No digo mucho que escribo porque hay cosas que… No es tan común que tengas la suerte de que te publiquen y a veces me suena como que estás queriendo marcar que hacés algo distinto. Y tampoco es la gran cosa. Lo hacés y si te hace feliz y te va bien, está bárbaro.

Pero hay gente que te mira diferente, y no en positivo. Para mí no cambió nada. Lavo la ropa, no tengo más plata… Pero a veces te llaman la atención los razonamientos de la gente... O eso de que en las reuniones ahora digan cuando me presentan: “Así como la ves… ella tiene dos novelas publicadas”.

Así como la ves.