Joel Rosenberg

Un procesado, un churrero y un tío que no lo quiere

El hecho mediático más importante para la pre candidatura de José Amorín Batlle por el Partido Colorado ocurrió cuando un churrero de Durazno lanzó una cumbia - jingle comparándose con el presidente de España. “Churrero no currero”, dice el jingle de Oscar Castro, que apoya a Amorín con su lista 133. "Si en España el presidente es Zapatero, en Durazno votaremos un churrero", agrega el tema.

Actualizado: 02 de junio de 2009 —  Por: Joel Rosenberg

La campaña de Amorín tiene un paralelismo con la situación actual de su partido: está tercero en las encuestas y ofrece una imagen de desconcierto en sus movimientos políticos.

Dos ejemplos quizá sirvan para graficar. Amorín se unió a principio de abril a Carlos Signorelli y unas semanas después la Justicia procesó por fraude al ex intendente de Artigas. A fines de mayo Amorín intentó explicar por qué su tío Jorge Battle no está con él; se quebró en público y reconoció que su tío lo ignora.

Amorín sabe que se hunde y pelea por tener algún cargo en un futuro gobierno.

El gesto de apoyo a Signorelli es una muestra clara de desesperación, de buscar votos sin importar el cómo ni con quién. Signorelli fue desaforado por el Parlamento el año pasado, incluso, hubo votos colorados para enviarlo ante la Justicia. Pero Amorín fue hasta Artigas en busca del ex diputado que ni siquiera era de su sector. A Signorelli lo procesaron por estafa, por armar una contabilidad paralela cuando fue intendente de Artigas. Eso es un delito pensado, ni siquiera es negligencia.

Una nota de Últimas Noticias refleja el momento de Amorín. Al finalizar su discurso en la Asociación de Dirigentes de Marketing el miércoles 27 de mayo el precandidato confesó que “por primera vez en 40 años” no está junto al ex presidente Jorge Batlle. La crónica detalla cómo lo vivió: “Cuando se le preguntó si hubiera querido tener su apoyo, Amorín, ya quebrado y recibiendo una ovación de la sala, respondió asintiendo con la cabeza mientras mordía su labio inferior”.

Amorín declaró a Radio Imparcial el 2 de junio que le “contaron que Jorge Batlle estaba en algunas listas de gente que lo apoya”. Es coherente con su equipo de trabajo, que tampoco sabe quiénes figuran en las planchas. La secretaría de Amorín informó al diario El País que el futbolista Richard “Chengue” Morales estaría en una lista, pero el Chengue dijo al diario que no sabe quién es el precandidato colorado.

Ante tanto desacierto varios decidieron tirarse del gomón. Daniel Bianchi, uno de los diputados de la lista de Amorín, amigo del pre candidato, anunció que se iba con Pedro Bordaberry, a través de la Lista 99. Julio Aguiar, ex diputado colorado, que se había unido a Amorín en 2008 se fue con los blancos. Aguiar reconoció el 23 de mayo al diario La República que entró por primera vez en su vida a un club político blanco. Todo un logro de Amorín.

Y entre los pocos que se quedan están aquellos que reivindican la dictadura como la lista 1811 de Daniel García Pintos y Raúl Mermot.

Hay que reconocer que Amorín logró el combo completo que llevó a su partido al lugar donde está. Acepta la corrupción, se agarra de dinosaurios del partido que lo hunden, pierde a seguidores y correligionarios. No se da cuenta de que se queda sólo. Mientras, duda de las encuestas en lugar de dudar de sus procedimientos. Así está, tercero, cómodo, del partido que va tercero.

Quizá su esperanza sea la del churrero de Durazno, la de Castro, que asegura en uno de sus temas que "el Partido Colorado estará de moda".

Por ahora lo que piensa Castro es sólo un tema divertido, que roza lo ridículo.

Muy parecido a la campaña de Amorín.



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