Desde hace cuatro años Delgado enriquece “Cómo sos tan lindo”, una obra original y de involuntarios ribetes sociológicos y antropológicos cuya mecánica diseñada por la artista parte de un aviso en el diario y termina en un video arte de 7 minutos de duración aproximada.
“Casting: se necesitan varones atractivos para fotos, de 15 años en adelante”
Así dice el aviso que Delgado publica en diarios y carteleras de lugares públicos de la ciudad elegida. A los varones que responden, les explica telefónicamente que no se trata de un trabajo, si no de participar en una sesión de fotos con fines artísticos. Durante dos días, Delgado se reúne en forma individual en una habitación de hotel con alrededor de veinte hombres de diversas edades, estilos, ocupaciones, pero que por alguna razón se sienten lindos. En ese encuentro personal, la artista los fotografía primero, a veces en bata, o desnudos, o a medio desvestir, a veces en la cama, o de pie cerca de una cómoda, o dándose una ducha o un baño. Luego los entrevista frente a una cámara de video, y les pregunta acerca de la belleza masculina, de los estereotipos, de lo que les gusta de ellos, de lo que tienen y de lo que les falta, y de la idiosincrasia de la ciudad y el país en el que viven. Finalmente, Delgado trabaja más de un mes editando ese material recolectado en fotos y audiovisual, y lo transforma en un video, con palabras e imágenes de esos hombres que se desnudaron en cuerpo y alma frente a ella.

Cómo sos tan lindo, Montevideo.
En las fotografías de Delgado aparecen esencias. No porque el hombre esté sin ropa, si no porque las miradas, las actitudes, las poses, son “naturales”, exhiben una “verdad” cruda, como si en esa habitación no hubiera nadie más que él mismo.¿Cómo lográs ese grado de intimidad en las fotos?
Tengo a favor que, como no le pago a la persona, sabe que lo único que va a ganar es ese momento y unas fotos que le doy después. La persona que está ahí me es amiga, estamos los dos para lo mismo. Hay mucha gente que me dice que tendría que escribir la experiencia, porque lo que se vive ahí no queda reflejado en ningún lado.
La situación me compromete a hacer sentir cómoda a esa persona, porque es muy difícil que alguien te saque fotos esperando a que te veas lindo. Creo que si tengo algún talento -no soy fotógrafa- es la capacidad de generar ese vínculo rápidamente. No te voy a sacar una foto artística, voy a sacarte la foto que me surja sacarte, quiero que vos me muestres lo que vos tenés ganas de mostrar. A la vez me tengo que sentir segura y marcar límites, porque estoy sola con un desconocido y mi cámara, mi computadora, todo mi equipo. A mí me exige mucho, tengo que “estar ahí” cada segundo.
También pienso que, históricamente, no es lo mismo un hombre sacando fotos a una mujer que una mujer sacándole fotos a un hombre. Ni mi ojo va a ser el mismo, ni cómo la persona se va a sentir es igual.
Entonces el hecho de que seas mujer opera a favor en esa situación
Ellos se muestran como piensan que a ellos les gusta mostrarse y a la vez lo hacen para una mujer. No es para otro hombre, una situación en la que seguramente establecerían una competencia. El resultado es interesante, los ves tiernos, recostados, vulnerables, melancólicos. En Sudáfrica uno me dijo: “ay, dios mío, nunca pensé que iba a hacer unas fotos así. No me arrepiento, pero cuando las vea la gente va a pensar que todos somos gays”. Es tan poco común que la forma de mostrar al hombre sea desde el ojo de una mujer.
Delgado concibió “Cómo sos tan lindo” a partir de su primer viaje a Europa en el año 1999. En el viejo continente, sola, mientras se empachaba de información, historia y arte en museos y galerías, se dio cuenta que la realidad europea no difería de la uruguaya en el tratamiento de la belleza masculina.

Cómo sos tan lindo, Sudáfrica.
¿Qué percibiste en tu “viaje iniciático” que te llevó a crear esta obra?Fui con esa idea de que la imagen de la mujer que tenemos acá, entre otras cosas, en Europa iba a ser diferente, que me iba a encontrar con etapas superadas. Y era lo mismo que acá, ibas a los museos o a las galerías y el desnudo era femenino o, algo que también descubrí en ese viaje, cuando se exponía el cuerpo masculino era homo-erótico, la mujer no era el público objetivo. El hombre nunca estaba presentado para el disfrute desde una perspectiva heterosexual de la mujer. Me acuerdo que me quejaba de eso con un amigo de mi hermano que vivía en Barcelona y él me dijo: “dejá de quejarte y hacelo vos si lo querés ver”.
Después pasaron varios años, la idea fue madurando y en el 2002 llegó a un papel para presentarse a una beca de la Unesco. Allí estaba todo el envoltorio formal, pronto para ser ejecutado. Pero Delgado no ganó la beca y el desaliento la llevó a guardar su proyecto en un cajón, hasta que en el 2005 Dani Umpi la obligó a rescatarlo para presentarlo en la muestra “13 curadores, 13 artistas”, con él como uno de los curadores invitados. Para esa primera oportunidad, Delgado hizo “Cómo sos tan lindo - Montevideo”. Luego, seguirían otras ciudades, otros países, otros continentes. Hoy su obra incluye Valparaíso, Buenos Aires, Viena, Londres, Johannesburgo, Barcelona –estas dos últimas sin editar aún-, y próximamente Praga.
“Cómo sos tan lindo” surge de tu necesidad de llenar un vacío en el arte, o por lo menos de intentar compensar una omisión, ¿qué esperás que produzca tu obra en los espectadores?
En una clase de arte de una universidad donde exhibí algunos de los videos me decían que lo que yo hago no es algo nuevo, que hay otras mujeres trabajando sobre el cuerpo del hombre, explorando eso. Y a mí no me parece una coincidencia negativa, no me molesta. Habla de un momento, por lo general los artistas reflejan lo que sucede. Es positivo que haya alguien acá y alguien del otro lado del mundo hablando de lo mismo. Me parece que van a faltar muchas más personas haciendo lo mismo para contrarrestar la ausencia de eso, la carencia de eso durante tanto tiempo.
Si bien el fin es artístico, la obra permite una lectura sobre los hombres y su relación con la belleza en sus respectivas sociedades. Delgado es reticente a sacar conclusiones, cautelosa en sus afirmaciones, y decidida en cuanto a transmitir sus percepciones de su rico “trabajo de campo”.
¿Qué particularidades has encontrado en la visión masculina de la belleza?
Primero quiero aclarar que en ningún momento trato de sacar conclusiones válidas de mi trabajo, no quiero que se malinterprete mi propuesta. De todas maneras, si en una muestra que termina siendo bastante aleatoria de 20 personas obtenés la misma respuesta la mayoría de las veces, algo puede querer decir.
Percibo un cambio en lo que es ser hombre, en la masculinidad. Que en parte yo sabía que existía, pero está bueno hablarlo con ellos. Por lo general se piensa que las preocupaciones con el aspecto físico, con qué es bello y qué no, es un tema femenino. Como mujer, si tenés cierta conciencia, luchás para no ser esclava de eso, aunque todo en la sociedad te lleve a serlo. Gracias a la obra descubrí que el hombre también está expuesto a eso. Por ejemplo, en Chile es muy fuerte porque los lleva a un punto que pasa por la propia identidad y altera cómo se perciben. Los propios chilenos dicen de ellos mismos que no son bonitos, que los extranjeros son más lindos, que tener ojos claros te vuelve automáticamente bello. En eso se basa toda una estructura social y cultural, entonces es un tema para todos, deja de ser femenino. En el video de Chile hay un colombiano negro grandote que dice de los chilenos: “no los siento conformes con su raza”.
En cambio en Sudáfrica tanto el hombre negro, el blanco… ya no sé cómo decir eso en forma políticamente correcta (risas), todos tienen su identidad de belleza. Si hablaba con un zulú y le preguntaba si era atractivo decía que sí, ninguno me dijo que le gustaría ser rubio. Tienen una identidad cultural mucho más fuerte que la del indígena sudamericano.
También descubrí cómo el hombre se maneja con esos cambios que vienen sucediendo hace veinte años. En una época los hombres usaban pelucas, calzas y joyas. Pero eso quedó en el olvido, no es lo que nos llega a nosotros desde la construcción de la masculinidad hoy. Morrel dice que ver cómo el ser hombre cambió en la historia te permite comprender que no es un concepto natural ni estático, si no que cambia con el momento. Y eso te ayuda a no justificarlo como algo natural y a no decir esto es ser hombre y esto es ser mujer. Es un concepto volátil y por lo tanto se puede lograr que mejore.
¿Y por casa cómo andamos? ¿Cómo ves a los uruguayos?

Cómo sos tan lindo, Barcelona.
Me parece que los uruguayos, a partir de lo que se ve en el video, son super naif, “bueno, sí, me baño antes de salir a bailar”. También me cuestiono que yo misma estaba empezando cuando hice Montevideo, a medida que hice otras ciudades han surgido otras cosas más interesantes. Al uruguayo lo veo en un nivel muy inocente, aunque haya cambiado un poco no ha logrado ser consciente del aspecto físico. Por un lado a mí me jode que el hombre sea así, pero por otro la dejadez no me disgusta como parte de la sociedad en la que vivo. A veces me siento más cómoda acá que en Londres, donde no podés salir a la calle si no estás super producido. De hecho un par de londinenses me dijeron que cambiaban de estilo por lo menos dos veces al mes. Me mató. Uno piensa que el estilo es algo que cultiva para toda la vida. Y lo entendés. Porque Londres es todo producción, todo moda.A través de becas, sistemas de residencia y apoyos varios, Delgado ha podido realizar su obra en el mundo y, a la vez, contactarse y convivir con la comunidad artística de las diferentes ciudades. Como ejemplo, para ir a Sudáfrica se presentó a la Fundación Príncipe Claus, que ahora también está interesada en costear la publicación de un libro-catálogo de “Cómo sos tan lindo”. En octubre llega a Praga gracias a galería Parásito, un emprendimiento de una pareja eslovaco-uruguaya que, al no tener espacio físico propio, “parasita” otras galerías con sus muestras. Parásito recibió fondos de la ciudad de Praga para que se pueda realizar “Cómo sos tan lindo” allí.
Debe ser difícil encontrar el punto final a una obra de este tipo, porque en realidad podría seguir indefinidamente, ¿cuál es tu idea al respecto?
África fue impresionante, está tan por fuera del circuito de pensamiento que ni se me había ocurrido que fuera posible. Como continente colonizado, encontrás muchos más rasgos en común con América del Sur que en Europa o Norteamérica.
Sin embargo, no me parece que mi trabajo estará realmente terminado hasta que haga Oriente. India, China o Japón, quiero explorar eso. También me pasa que para mí está buenísimo profundizar en un proyecto, pero a veces el medio te dice “ah, seguís con lo mismo, cómo te rindieron los hombres” (risas). Es como si tuvieras la obligación de estar haciendo otra cosa. En el transcurso de estos cinco años he hecho otros trabajos, por lo general en conjunto con otros artistas. Ahora empecé a hacer algo nuevo en Sudáfrica. No quiere decir que tenga que dejar esto, pero preciso un tiempo para desarrollar este otro proyecto. De repente en dos años hago India y digo, tá, terminé.