El gimnasio de Dieste que guarda medicamentos y el depósito de urea

Mientras se prepara la nominación de las obras del famoso ingeniero Eladio Dieste como Patrimonio Histórico de la Humanidad, se sabe que algunas de las 140 obras que realizó en Uruguay se encuentran descuidadas en la actualidad. Aunque existe una noción de que esto se debe a la complejidad que les imprimía el ingeniero, su hijo, Esteban Dieste, dijo a 180 que se debe más a algo cultural.

Actualizado: 28 de agosto de 2016 —  Por: Felipe Miguel

El gimnasio de Dieste que guarda medicamentos y el depósito de urea

Eladio Dieste (Foto: Fadu.edu.uy)

“Va más por un modo de ser del Uruguay que, en general, está acotado de recursos y cuando hay un industrial que se arriesga e invierte, la parte edilicia no suele ser a lo que le dan mayor importancia sino a su producción específica”, dijo Esteban Dieste, que es arquitecto jubilado, a 180.

Una de las construcciones más conocidas de Eladio Dieste (1917-2000), la Iglesia de Cristo Obrero en Estación Atlántida, recibió recientemente fondos de una organización estadounidense para que le sea realizado un estudio de patologías. 

Dieste aclaró que existen excepciones que permanecen en muy buen estado como el depósito en el puerto de Montevideo, reciclado por la empresa de su padre en 1979 y que hoy en día lo concesiona Depósitos Montevideo.

“Lo mantienen, tienen perfecta consciencia del significado que tiene y están de acuerdo con que se declare Patrimonio de la Humanidad porque eso no implica que el edificio no se siga usando y pase a ser una suerte de museo sino todo lo contrario. La idea es que si se sigue usando, aunque cambie de uso, siempre que la estructura principal se mantenga es hasta mejor, porque el patrimonio es entendido como una cosa viva, que cumple una función y que sirve”, comentó.

Sin embargo, entiende que existen casos de descuidos, como una planta de una empresa de frutas cercana a Joanicó que actualmente es usado por otra marca como depósito de urea. “El piso está constantemente cubierto por una especie de baba. La urea ataca la estructura, es un uso totalmente inadecuado desde el punto de vista del mantenimiento”, comentó Dieste.

(Foto: Google Maps)

También, citó el ejemplo de un gimnasio que se construyó en Punta Gorda para el Centro Parroquial San Agustín, que en la actualidad lo usa un laboratorio como depósito de medicamentos.

(Foto: Google Maps)

El legado de un artista

De todas formas, para la nominación en la Unesco a Patrimonio Histórico de la Humanidad solo se colocarán algunas obras como ejemplo del trabajo de Eladio Dieste. Sobre la cerámica armada, el sistema emblema de Dieste, su hijo destacó que “fue un caso bastante único a nivel mundial de un sistema constructivo que significó una invención o un avance frente a la manera que existía hasta el momento de construir obras con hormigón armado”.

Además, dijo que a diferencia de otros grandes arquitectos como Le Corbusier, cuya obra está diseminada por todo el mundo, la gran mayoría de los proyectos de Dieste se encuentran en Uruguay y se usó en todo el territorio nacional.

Otro aspecto de relevancia en su trabajo fue el aspecto social. Eladio Dieste optó por usar el ladrillo por ser un material que existía en cualquier sitio y que estaba incorporado al uso normal por parte de la gente. También, abogaba por hacer un uso cuidadoso de los materiales. “Él decía que detrás de los materiales hay esfuerzo humano, por lo que no se debe dilapidar”, contó su hijo.

Esto se refleja en una conferencia del famoso ingeniero, recogida en el sitio de la Facultad de Arquitectura. Hablando sobre el proyecto de la iglesia de Cristo Obrero, Dieste dijo que “los medios y materiales usados en la construcción (…) quieren también ser expresivos. Son humildes como los fieles para quienes la iglesia se construye, pero han sido tratados con un desvelo que aspira a ser el homenaje que estos humildes merecen”.

Más adelante, ilustró con una curiosa anécdota lo que sentía por el edificio, su trabajo y la religión.

“Recuerdo que hace 5 años, un domingo de mañana, fui a ver la obra. Probablemente por estar ya con el ánimo deprimido, el abandono en que estaba la Iglesia, (había en ese momento una vaca paseando tranquilamente por la nave principal, dejando además señales bien claras de su paso), me produjo una gran tristeza y las dudas de que antes hablaba se adueñaron un momento de mi ánimo. Pero de pronto el atrio se llenó de voces frescas de niños que espantaron la vaca y corrieron a esperar al sacerdote que iba a enseñarles catecismo: Allí estaba la Iglesia, ‘una santa, católica y apostólica’, allí estaba el pueblo. La tristeza dejó paso a una serena confortación: Si; tuvo sentido aquel esfuerzo, no hay esfuerzo humano que se pierda, por pequeña que sea la piedra contribuye a edificar el Reino”.

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