Espero que tu segundo nombre, propio de un rey de Oriente, te brinde la grandeza suficiente para que puedas conceder magnánimo indulto a quienes sobre tus hombros cargaron el peso de una campaña atroz en este Especial 2016. Porque el que se haya vuelto a ganar luego de que el elenco mirasol pasara a ser manejado por el DT con nombre y aspecto de intelectual francés doctorado en La Sorbona, es mera coincidencia. El hecho es que el último partido a puertas cerradas demostró que el verdadero problema era la gente, el público.
Es muy difícil para un joven jugador de fútbol hacer su trabajo en medio de un murmullo que baja de las tribunas como un viento gélido. Resulta extremadamente duro tener que correr atrás de una pelota pensando que al más mínimo error miles de tweets y estados de Facebook invocarán tu nombre entre los más hirientes epítetos soeces. Insoportable es salir en un córner siendo consciente de que a cientos de kilómetros, un obeso solitario y tomado por el acné, ya está confeccionando un hilarante MEME para compartir en las redes. Intolerables los insultos que llegan de las gradas.
Entonces, ¿qué hacer? ¿Sería posible el fútbol sin público? ¿Cómo superar una contradicción tal?
Parecía imposible, pero movilizado por el espíritu de mejora continua y el positivismo más fanático, el Departamento de Investigación y Desarrollo Venancio "Chicharra" Ramos* del Club Atlético Peñarol dio con las siguientes soluciones:
1-Que los players jueguen de auriculares. A través de estos, estridente música evitará que escuchen el murmullo general luego de un córner corto o las puteadas que siguen a un óbol mal sacado. Según el perfil psicológico de cada jugador, un tipo de música. A lo que es un Matheus Bressán, algo de Mozart para calmarlo y que no sea expulsado en el minuto 3. En cuanto a un Carlos Valdez, un buen tango para que rememore los felices tiempos de su juventud y se alegre. A Murillo, un poco de canto popular bien tristón, para que recuerde que está en Uruguay y no en el Caribe.
2- Contratar un plantel enteramente de sordos (hipoacústicos según el Nuevo Código de Lenguaje Políticamente Correcto, ese con el que Donald Trump se limpia el trasero todos los días). No escucharán las indicaciones del DT, no, pero tampoco los insultos de los rivales y los reclamos histéricos del público. Además, mientras los periodistas deportivos no aprendan el lenguaje de señas, estarán a salvo de sus estrambóticas** preguntas.
3- Sustituir los alambrados por espejos espías. Me refiero a esos que se usan en las comisarías de Estados Unidos, en los cuartos de interrogatorios, donde el sospechoso está sentado en una mesa mientras del otro lado del espejo es monitoreado por detectives gordos de bigote y tiradores, que toman café y comen donas. De esta manera los jugadores no se sentirán observados, por más que sepan que del otro lado está la muchedumbre iracunda a punto de explotar por un pase errado.
También sería interesante desde el punto de vista del juego, ya que los players podrán levantar la mirada y en los espejos ver reflejadas las posiciones de compañeros y rivales (capaz ahí hasta lleguemos a ver una pared en nuestro fútbol).
4- Que el público deba ingresar al estadio camuflado. O sea: ropas que se mimeticen con las tribunas. Algo un tanto peligroso, ya que si las hordas fuera de control salen disparadas sedientas de arrancar butacas, podría llegarse a ver hinchas voladores.
5- Drogar a los jugadores. Sin miedo, sin culpa, sin un dejo de vergüenza. Se le dan calmantes para que jueguen distendidos, y listo. Como a los perros en Nochebuena y Año Nuevo. El partido sería un trámite para ellos, y las sustancias en su organismo les harían jugar felices. Hasta se podría poner a laboratorios farmacéuticos como auspiciantes. ¿Por qué no? Si algunas bebidas cola capaces de corroer un trozo de material de la industria aeroespacial sponsorean a más de un club.
Y al finalizar el encuentro, cuando algún periodista le haga una afirmación-pregunta, el jugador, completamente drogado, no se disgustará como Cavani el otro día en el Centenario, y contestará feliz, relajado: Sí, la verdad que fue un partido bárbaro. Pah, qué bueno que estuvo, un viaje bo. Sabés que te quiero a vos, pelado, parecés Homero Simpson, sos muy gracioso jajaja jajaja. Fuah, estoy re flasheando, bo.
* Área del club con laboratorios ultrasecretos ubicados en el 5to subsuelo del Palacio Peñarol. Se le atribuye diversos descubrimientos y desarrollos, como el famoso "el piripicho pa' 'delante" en los tiros libres de Bengoechea o las tibias de adamantium de Marcelo De Souza y el Caballo de los Santos, entre otros. Pero ojo que también algunos fracasos, ya sean los experimentos de control mental realizados sobre el sujeto de prueba ahora conocido como Walter El Eterno Agradecido o los tratamientos para adelgazar del Dr. Jorge Barrera.
** “Estrambóticas” como estrambótico eufemismo de “pelotudas”.