“Como poder transmitir en esta humilde carta la impotencia de ver el llanto desgarrador de tu hijo cuando le tratamos de explicar que El Lugar Increíble no lo aceptaba y que le íbamos a buscar otra escuela, con otros amigos. Como disimular que su hermana se va feliz al jardín mientras él se queda en casa jugando con papá? y cómo, les pregunto yo, no sentirse herido, lastimado y defraudado ante una sociedad que continúa cometiendo las mismas faltas?”, escribió Marquisio cuando hizo pública la situación que le tocó vivir con Antonio.
A partir de esta publicación, aparecieron soluciones e invitaciones para Antonio, que hoy ya tiene colegio y pudo empezar segundo año. “Incluso algunos que lo habían rechazado”, dijo Marquisio.
“El ofrecimiento de este colegio no pasó por el lado de lo queremos ayudar, sino que nos dijeron que era una oportunidad espectacular para aprender. Ese es el resumen de la carta que me mandó la dueña del colegio y me pareció fantástica la propuesta. Está yendo a ese lugar ahora, hace karate, juega al fútbol con amigos, mete goles y vos decís: ¿Tan difícil era? ¿Por qué no le diste una oportunidad? Ves que es tan fácil. Esa carta nació del desborde de ver tantos casos así, tantos padres sufriendo”, contó.
Los jardines de ‘súper mega inclusión’ y la voluntad
Antonio comenzó su trayectoria educativa al año y estuvo concurriendo al jardín durante un año y medio sin problemas, cuenta Marquisio. A los dos años y medio le diagnosticaron un Trastorno del Espectro Autista y el jardín les dijo que no podía tenerlo más.
“Nos dijeron que por su propio bien lo sacáramos de ahí. Siempre es por el bien de él y nosotros. Nos decían que no estaban preparados, yo les decía que era el mismo niño, que hacía tiempazo iba al jardín, que no le inyectaron una cosa y se iba a volver loco. Fue muy complicado a la interna del jardín, una maestra renunció, siempre hay maestros o directores que pelean contra las propias instituciones. La inclusión en este país y en muchos otros sigue dependiendo de voluntades, no por disposiciones de más arriba ni tampoco de la institución en sí, a veces es el director o a veces la maestra. Todavía no es una política social de Estado. En ese caso no hubo voluntad”, explicó.
La lucha de Marquisio tiene seis años y las situaciones se repiten. “Después de eso vinieron muchos jardines de ‘súper mega inclusión’ donde nos decían que no, que mejor vaya dos horas o cinco minutos, hasta que encontramos la voluntad de un jardín donde nos dijeron: ‘no sabemos nada de esto, pero queremos aprender’. Y eso es lo que pasa, no se necesitan grandes sistemas y libros, se necesitan ganas de aprender y esforzarse. Ahí terminó el jardín, hizo teatro, ese lugar fue un artífice muy importante en su avance”, contó Marquisio.
Luego Antonio pasó a primaria y ahí se enfrentó a otras dificultades. Por ejemplo, le dieron una tablet, se alteraba, y la escuela no tomó en cuenta los pedidos de sus padres.
“El Plan Ceibal está muy bueno, pero nos pasaba eso. Nosotros lo planteamos, también lo hicieron los especialistas que trabajan con él, se presentó una carta. Pero es un sistema que se aplica y no se va a cambiar. La verdadera inclusión no es poner a un maestro a cargo de la inclusión sin ninguna herramienta, sino que es realmente hacerlo, no tratarlos a todos iguales. La forma es saber cómo funciona esta discapacidad, qué es el autismo, cómo funciona, qué hay que hacer. Para el niño autista el aprendizaje es más fácil si se incorporan rutinas. Nosotros le ponemos una pizarrón a Antonio, para evitar el estrés. Si él sabe que algo va a pasar, podemos lograr que aprenda una cosa nueva. Si esa rutina se desarma, destruye todo lo que estamos luchando con él. El autismo es un potenciador de lo que nos pasa. Puede ser una cosa muy chiquita, que hay que tomarse el trabajo de verla. La escuela no es muy organizada, a veces pasaba que había un paro, y lo digo sin cuestionar a la escuela pública, es un hecho. Él llegaba revolucionado, no entendía que día era, si el miércoles no tenía clases se distorsionaba toda la semana”, contó Marquisio.