El fiscal Pacheco pidió que se condene con una pena de seis años de prisión a Eugenio Figueredo como autor de un delito continuado de estafa y de lavado de activos. La jueza Dolores Sánchez pidió este martes que se notifique a las defensas, que ahora tienen la posibilidad de pedir prueba, y luego hará su sentencia.
El expresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol y la Conmebol fue procesado con prisión a fines de diciembre de 2015, cuando reconoció haber cometido los delitos que se le imputan y firmar una acuerdo de colaboración con la fiscalía. Figueredo aportó datos sobre alguno de sus bienes e implicó a una sola persona, el ex presidente de la AUF, Sebastián Bauzá, pero la justicia archivó la investigación porque no encontró méritos para seguir indagando.
Después de cuatro meses preso en cárcel Central, a Figueredo se le otorgó la prisión domiciliaria y en diciembre del año pasado recibió la libertad provisional. Fuentes judiciales dijeron a 180 que la pena se cumpliría en libertad condicional, algo que deberá pedir la defensa una vez que el exdirigente reciba su condena.
Además, en su acusación, el fiscal Pacheco pidió que se computen dentro de la pena los años que Figueredo lleva cumplidos desde su detención en Suiza. También pidió el decomiso de los bienes que se incautaron producto del lavado y se autorizó a que sean rematados por el Fondo de Bienes Decomisados de la Junta Nacional de Drogas.
Los bienes de Figueredo para rematar son un apartamento en el Edificio Imperiale Punta del Este, cuatro unidades del Hotel Hyatt de Montevideo y un terreno contiguo al hotel, tres padrones en el Barrio Lobos de Punta del Este, un terreno sobre Playa Mansa Punta del Este, un inmueble en Carrasco y un apartamento en el Edificio Millenium Tower de Punta del Este.
Cuando Figueredo fue detenido se estimaba que el patrimonio recuperado por el Estado uruguayo rondaría los 10 millones de dólares.
De morirse en la cárcel a la libertad condicional
“Yo sé que me voy a morir en la cárcel”, le dijo Figueredo a una de las pocas personas cercanas que le quedaban, mientras estaba recluido en la cárcel de Zúrich en la que pasaba sus horas desde el 27 de mayo del 2015, según se cuenta en el libro Figueredo, a la sombra del poder.
Estaba en una celda de 12 metros cuadrados, tenía una pequeña radio, el wáter y el lavatorio, la silla, la mesa y la tv alquilada. Se levantaba a las siete, desayunaba y comenzaba su día. Casi siempre decidía trabajar, hacer paquetes, etiquetar mercancías o ayudar en la cocina, porque era la forma de no permanecer invariablemente en la celda. Vivía con los 16 dólares de presupuesto diario que los suizos tienen asignados para cada preso.
Menos de tres años después espera por su sentencia en Punta del Este con libertad provisional y, seguramente, cumplirá la condena también libertad. En el medio de su fase en Suiza y este presente logró evitar una extradición a Estados Unidos, donde hoy son enjuiciados la mayoría de los dirigentes que fueron detenidos junto a él (algunos se declararon culpables), y consiguió venir a Uruguay donde se ofreció a colaborar con la justicia.
La voluntad de acordar de Figueredo y la denuncia contra él que había en Uruguay desde 2013 fueron claves para que se lograra la extradición. En ese momento, el fiscal del caso era Juan Gómez explicó a 180 que el acuerdo era “perlado”. Esto implicaba que Figueredo, después de terminar su proceso en Uruguay, debía ser extraditado a Estados Unidos.
Un día antes de que Figueredo llegue a Uruguay, Gómez dijo a 180 que era “una gran responsabilidad”. “Con nuestros colegas de Suiza que confiaron en el sistema uruguayo, una gran responsabilidad con nuestra sociedad de hacer las cosas con absoluta transparencia y una responsabilidad también con el Departamento de Estado de los Estados Unidos, que perseguía tener al señor Figueredo de inmediato allá. Y digo de inmediato porque la extradición de Figueredo al Uruguay es lo que yo llamo una especie de extradición perlada, porque establece en la resolución que una vez que Figueredo cumpla con su responsabilidad y la eventual pena que le vaya a recaer, inmediatamente debe ser extraditado a Estados Unidos. Entonces ¿dónde está el famoso tema de que la justicia americana es más dura? Yo no soy quien para opinar sobre las bondades de un sistema que se aplica desde hace mucho tiempo en un país democrático e independiente, digo que es diferente, a tal punto que las personas que fueron extraditadas por este tema pagaron una fianza y están en sus domicilios, cosa que no avizoro pueda ocurrir en el sistema procesal uruguayo. Entonces, las cosas dichas completas y que la gente saque sus conclusiones”, fueron sus palabras.