El lavado de manos del personal de la salud fue el primer reto global de la Asamblea Mundial de la Salud de la OMS que definió una estrategia de seguridad de los pacientes.
Marcelo Barbato, coordinador de la Estrategia Nacional de Seguridad del Paciente del Ministerio de Salud Pública, dijo en entrevista con No Toquen Nada (DelSol FM) que hace 10 años se intenta con “énfasis” lograr el cumplimiento en Uruguay, pero solo entre un 30 o 40% lo hace. “Se habla que habría que higienizarse en cinco momentos las manos, pero los dos más importantes son previo al contacto con el paciente y posterior al contacto. Obviamente, si alguno va a manipular fluidos biológicos como la orina, la materia fecal o cuando se tocan las camas de los pacientes también debería higienizarse las manos. Realmente, en los cinco momentos recomendados no se hace en la enorme mayoría de los casos”, expresó.
Lo común, según Barbato, es que el personal se lave luego de manipular al paciente y no antes. “Si uno pone un observador oculto para mirar cómo procede cada integrante, vería que después de haber tocado al paciente se lavan las manos seguro, pero no siempre lo hacen antes. Se ve una protección mayor para el personal que para el paciente. Eso es un tema de comportamiento, de olvido, porque todos sabemos que es una maniobra efectiva”, sostuvo.
El segundo reto: la verificación quirúrgica
El segundo reto de la seguridad del paciente es cumplir con la lista de verificación quirúrgica. Este mecanismo se copió de la aviación, de la lista que usan los pilotos y copilotos antes del vuelo. “Son una serie de pasos que debe realizar el cirujano, el anestesista y la circulante de block, en la cual se evitan olvidos y descoordinaciones. Tienen evidencia de haberse aplicado tanto en países desarrollados como en subdesarrollados, con impacto en mortalidad y eventos adversos”, explicó Barbato.
En este caso el nivel de cumplimiento en Uruguay es mayor al 50% y, según Barbato, dentro de ese porcentaje no se tiene claro cuántas listas están bien hechas. “A veces hay resistencia por parte de algunos cirujanos a realizar esto, les parece que no es trascendente y que ellos no se van a olvidar o equivocar. La prueba está de que sí se evitan eventos adversos y sí se diminuye la mortalidad. Por ejemplo, evita cirugías del lado equivocado, pero hay cosas más graves que eso como equivocarse de paciente, si está dormido antes de preguntarle su identificación. Son eventos poco probables, pero ocurren”, afirmó.