El theremín en Uruguay: un instrumento centenario que se interpreta sin tocarse

En 2020 cumplirá 100 años el que muchos consideran el instrumento musical más peculiar del mundo: el theremín. Este invento soviético, que se interpreta sin hacer contacto físico, fue popular en el cine de los 50 y dominarlo conlleva una extrema dificultad. En Uruguay, algunos lo ejecutan para sumar efectos a sus proyectos musicales, aunque no como solistas. Los músicos Gabriel Casacuberta e Ignacio Gutiérrez, y el ingeniero Martín Tarragona contaron cómo lo conocieron y qué los atrajo a él.

Actualizado: 08 de setiembre de 2019 —  Por: Felipe Miguel

El theremín en Uruguay: un instrumento centenario que se interpreta sin tocarse

Ignacio Gutiérrez, de Buenos Muchachos, con su theremín. Foto: Martín Batallés (Todos los derechos reservados)

Parece mágico, pero es ciencia pura. Suena parecido a un violín, pero ni siquiera pertenece a la misma familia. Tuvo su auge en la primera mitad del siglo XX gracias al cine de ciencia ficción, y hoy es uno de los instrumentos musicales más peculiares. De Jimmy Page a Bajofondo. De “El día que la Tierra se detuvo” a “¡Marcianos al ataque!”. Sus apariciones suelen ser en cuentagotas pero nada corrientes: su sonido no pasa desapercibido y provoca una inquietante curiosidad al oído.

El theremín es un instrumento musical que se interpreta sin hacer contacto físico con el aparato. Se trata de una caja con dos antenas perpendiculares, una que controla el volumen y otra, el tono. El ejecutante juega con los campos magnéticos que crean las antenas acercando y alejando sus manos de estas para lograr emitir sonido. La antena derecha es vertical y controla el tono: a mayor cercanía de la mano, más agudo es el sonido. La izquierda es horizontal y tiene forma de bucle;  cuanto más cerca tiene a la mano, más bajo es el volumen.

Foto: Moog Theremini (Foto: Wikimedia Commons Brandon Daniel)

El resultado es un sonido similar al de un violín, pero con personalidad propia. La semejanza tiene lógica cuando se descubre que su inventor, además de científico, era violonchelista.

Un invento casi milagroso, el Edison soviético y la KGB

Lo único tan llamativo como su timbre es su historia. En 1920, el ingeniero soviético Lev Sergeyevich Termen, apodado en ocasiones como el “Edison soviético”, estaba trabajando en un dispositivo para medir la constante dieléctrica de gases, y le conectó un circuito generador de tonos. Percibió que acercándose al circuito el tono variaba, y visualizó las posibilidades expresivas de esto, según contó a 180 Martín Tarragona, ingeniero eléctrico y cofundador de SirHat, además de gran entusiasta del theremín.

“En lugar de aislarlo, potenció ese efecto. Le enchufó una antena con la que, básicamente, se maximiza esa interferencia que uno está haciendo en el circuito bajo estudio. Eso genera oscilaciones de radiofrecuencia que van variando en un espectro muy por encima de lo que nosotros escuchamos. Él bajó eso al espectro audible y generó esa variación que, en principio, estaba en el entorno de los cientos de kilohertz, pero lo terminó pasando a algo que está en el espectro audible y que enchufado se logró escuchar”, explicó Tarragona.

Lev Termen (Foto: Wikimedia Commons - Bettmann, Corbis)

El inventor lo patentó recién en 1928, no sin antes realizar una demostración ante el mismísimo Lenin, de quien Termen dijo que tenía buen gusto musical y que logró sacarle notas al aparato, de acuerdo a lo que relata el documental  “Theremin: An Electronic Odyssey”.

En esos años, llegó a Estados Unidos, donde realizó una función abarrotada en el célebre Carnegie Hall de Nueva York. Sin embargo, la vida del inventor se tornó tan compleja como su creación. Se casó con una joven bailarina de raza negra y su reputación en su país cayó. Durante la Guerra Fría fue secuestrado por la URSS estando en EE.UU. y desapareció. Sus amigos en EE.UU., entre quienes estaba Clara Rockmore, la más popular intérprete de su invento, no supieron de él por años y hasta recibieron una publicación alemana en 1945 que decía que había muerto. Fue necesario que Rockmore fuera a Rusia, donde lo encontró por casualidad luego de siete años, a través de un científico que lo conocía.

Allí supo de boca de Termen que había estado preso, que trabajó para la KGB limpiando el sonido de grabaciones de espionaje y también en un conservatorio, de donde lo despidieron y destruyeron sus instrumentos con un hacha. El director de ese conservatorio opinaba que la gente no necesitaba música electrónica y que la electricidad era “para matar traidores en la silla eléctrica”, según cuenta en el documental.

De la censura a Uruguay

Con los años, Termen logró mejorar su suerte y su creación volvió a ser conocida entre los músicos de occidente. Había sido en el cine de Hollywood de los años 40 y 50 donde el theremín había sido más bienvenido. Películas como “Días sin huella”, de Billy Wilder, “Cuéntame tu vida”, de Alfred Hitchcock, o “El día que la Tierra se detuvo”, de Scott Derrickson, lograron hacer que el sonido del instrumento se convierta, por defecto, en un indicador de misterio, inquietud y hasta de seres extraterrestres en el cine.

El film de Hitchcock es uno de los primeros recuerdos del instrumento que tiene Ignacio Gutiérrez, tecladista de Buenos Muchachos, que también interpreta el theremín. El músico dijo a 180 que en esa película “tiene una función dramática bien clásica”. “Ese vibrato y esa frecuencia súper aguda me había resultado inquietante, y más todavía por no poder reconocerlo”, comentó.

La primera inclusión del theremín en Buenos Muchachos fue en la canción “Solo pienso”, del disco “Se pule la colmena”, a raíz de una búsqueda del grupo de incluir timbres no habituales para la banda. Esa singularidad tímbrica es lo que Gutiérrez reconoció que le atrae del instrumento: “ese sonido agudo y oscilante que se parece un poco a una voz humana, o a un silbido, o a un instrumento de cuerdas sin ser ninguna de las tres cosas”.

En los 90, el grupo británico Portishead despertó la curiosidad por el instrumento en Gabriel Casacuberta, bajista de Bajofondo. Consiguió uno a buen precio en Nueva York hace tiempo, y aunque reconoció que es muy difícil de tocar, una fijación personal hizo que se complicara aún más la vida. “Me di cuenta que se toca de una forma que va en contra de cómo se toca la guitarra o el bajo, en las que uno controla la altura de la nota con la mano izquierda y el volumen con la derecha; mientras que en el theremín es lo opuesto, entonces decidí tocarlo al revés, lo pongo de espaldas y lo toco así”, contó.

Casacuberta dijo que no es “un ejecutante virtuoso ni mucho menos”, por lo que lo ha utilizado en grabaciones para luego elegir las mejores partes, ya que “es muy fácil desafinar”. Como si su timbre no le diera suficiente misticismo, el bajista describió que en ocasiones su theremín pareciera tener vida propia.

“Uno lo ajusta de forma tal que alrededor de la antena que modera la frecuencia hay una especie de esfera invisible, donde la nota va bajando de altura a medida que uno se aleja, volviéndose cada vez más grave hasta llegar a ser inaudible. Entonces, a veces uno está tocando, se va del cuarto por un rato y se olvida que estaba el instrumento prendido, y cuando vuelve a entrar pasa por el campo magnético, el instrumento suena y es como que protesta, aúlla, y eso también le da como una aureola de ser vivo”, relató.

La magia en el aire

El legendario guitarrista de Led Zepellin, Jimmy Page, experimentó con el theremín en sus presentaciones en vivo, y así lo conoció Martín Tarragona. “Me llamó muchísimo la atención. Creo que la primera vez que cualquiera lo escucha queda muy sorprendido por el tipo de sonido que tiene. Luego, empecé a investigar y conocí la historia de Termen, y ahí me empezó a fascinar”, añadió el ingeniero eléctrico, que encontró en el instrumento una forma de compatibilizar su sensibilidad musical con su interés académico.

Tarragona contó que nunca encontró uno a la venta en Uruguay, y que llegó a construir uno propio. Para él, el principal problema que tuvo el instrumento en términos históricos fue que “su sonido quedó muy asociado al uso que se le dio para determinado tipo de películas de aliens”, hecho que le apena porque entiende que tiene una gran expresividad tímbrica y “eso no se ha explotado tanto desde el punto de vista mainstream”.

“Lo que más me chocó fue que es tan mágico que una vez revelado el truco sigue siendo mágico, y eso no suele pasar tanto en la ingeniería. Me sigue sorprendiendo la creatividad de Termen, su sensibilidad y la elegancia del diseño de este instrumento”, añadió.

Algunas canciones que utilizan el theremín:

“...y las lucesitas” - Tráfico

“Nocturno” - Bajofondo

“Solo Fade Out” - Assimo

“Good vibrations” - The Beach Boys

“Echoes” - Pink Floyd