Perejiles, entre el odio y la admiración

Brindis, lunch, refrigerio, almuerzo, café. Palabras claves para aquellos que, motivados por la comida o por la intención de “pertenecer”, agendan y asisten a cada evento, identificándose como prensa. Les dicen “perejiles” porque están en todas las comidas y son acusados de mentirosos por varios periodistas, camarógrafos y choferes entrevistados en la película, que se estrenó este viernes. 180 conversó con su director, Federico González, y con su protagonista, Carlos Zitta.

Actualizado: 15 de diciembre de 2009 —  Por: Matilde Marti

Perejiles, entre el odio y la admiración

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Diez minutos pasada la hora acordada para la entrevista, González me comenta, “qué raro que Carlos demore, él nunca se pierde una nota”. Es que no sólo quiere limpiar su nombre y sacar a relucir su placa de periodista con 55 años de profesión, sino que también, le gusta estar al tanto. De hecho, cuando Zitta llega a la entrevista, nos pide para escuchar los 20 minutos de audio ya grabado con González.

Mientras escuchábamos la entrevista, el director sacaba fotos y el actor principal de Perejiles tomaba anotaciones que, minutos más tarde, le servirían de ayuda-memoria.

Ante la ausencia de Zitta, González empieza a relatar cómo se le ocurrió hacer esta película. Los empezó a ver en 2003, durante una suplencia en TV Ciudad. “Estábamos en un lanzamiento y escuché el término, un compañero me dijo 'mirá, allá en la punta, hay un par de perejiles', paro la oreja, le pregunto qué es y me empiezo a cagar de la risa”, recuerda.

Ahí no sabías nada de ellos...

No, recién al año siguiente, que entré efectivo a TV Ciudad empecé a frecuentar lanzamientos, inauguraciones y eventos, y me encontraba con estos personajes. A su vez, camarógrafos, choferes y periodistas me iban informando quiénes eran los perejiles.

¿Qué te decían los periodistas? ¿Que era gente que iba a comer?

Que se hacen pasar por periodistas; que, básicamente, van a comer. Yo los veía en los brindis, algunos haciendo lobby, otros sólo comiendo. Empecé a grabar pequeñas escenas, pero en ningún momento imaginé que iba a ser un documental, sino que era para reírme con mis amigos.

¿Cómo era la relación entre los periodistas y los perejiles?

Mucha gente que labura en prensa, si se acerca a ellos era para denunciarlos o para insultarlos. Que yo me acercara a ellos, los escuchara, los filmara y les sacara fotos, a ellos les parecía interesante.

Los perejiles generan dos sentimientos muy claros: lástima y rechazo. Los periodistas siempre hablaban a distancia, pero no se enfrentaban: la excepción es Leonardo Galante, que siempre hizo como una caza de brujas, tratando de echarlos de todos lados.

Esas primeras escenas que grabé eran como un chiste, se las mostré a Leonardo y yo pensé que tenía un par de perejiles, pero había muchos más. Ponía pausa y me los señalaba. Siempre digo que Leonardo es grado cinco en perejiles, pero a su vez, todo su conocimiento se iguala al odio y rechazo que les tiene.

Si las intenciones de González eran hacer un documental, Galante le recomendó que no se perdiera la Expo Prado, la zafra de los perejiles, por la cantidad de inauguraciones y lanzamientos, todas con sandwichitos incluidos.

“Lo que hice fue pedirme licencia en TV Ciudad, estuve desde las 9 de la mañana hasta las 10 de la noche y ahí grabé el 80% del documental. Además, empecé a conocer a los personajes”, contó el director.

Y te empezaste a acercar.

Antes de la expo-Prado los conocía de vista, sabía que Pablo es el cieguito, que Carlos es el señor de lentes, siempre con gabardina, bien vestido, siempre con agendas, celular, llamando, entregando tarjetas.

Al principio lo que hice fue utilizar cámaras ocultas para acercarme a ellos, ni bien hice un vínculo dejé de hacerlas porque básicamente grababa sus actividades. Durante la película se puede ver a Carlos haciéndole una nota al entonces presidente de Ancap, Daniel Martínez. También en el stand de Radio Cristal, donde dice que trabaja, recibe a Jorge Brovetto cuando era ministro de Cultura y a una encargada de asuntos exteriores de la Unión Europea. Esa es una de las escenas que más gusta en el documental porque Carlos no sólo recibe de muy buena forma a estos dirigentes, sino que organiza un brindis, y Brovetto lo único que dice es “quiero un sandwiche” y “fondo blanco”.

Leonardo Galante, Federico González y Carlos Zitta. ©N. Celaya

Leonardo Galante, Federico González y Carlos Zitta. ©N. Celaya

¿Cómo evolucionó tu relación con ellos?

A partir de ahí mi vínculo con ellos fue de admiración y fascinación. No me cabía de ninguna forma tener algún tipo de lástima u odio. Más allá de que sea verdad o mentira lo que me dicen, yo les creo todo; así como recojo testimonios de gente que está en los medios y que asegura que ellos no son periodistas.

Más allá si es o no periodista, si es o no perejil; hay un grupo de gente que son outsiders y lo que quieren es pertenecer a ese contexto, algunos más, otros menos, a otros directamente les interesaba comer.

Pero a esos los descartaste.

Descarté muchos de esos porque el chiste duraba muy poco tiempo. Había muchas veteranas que se comían todas las masitas, se tomaban todo el jugo de naranja hasta que les quedaba un bigote como de Fanta. De eso te podés reir, pero el chiste es sólo eso. Y después que vi a estos personajes, a Pablo, a Carlos, son personas que más allá de la comida, tienen muchas cosas para decir y tienen perfiles muy diferentes. Siempre digo que Pablo es el posmoderno del documental, tiene una frase muy linda, dice “yo no perdono nada, ¿qué voy a perdonar? Si mañana no estoy”. Pablo tiene espíritu divertido, todos los días del año, yendo de evento en evento. Me dijo que durante la Presidencia de Lacalle viajó en una gira presidencial y anduvo por la Isla Margarita, pero que se perdió un viaje a Rusia.

Como es ciego, hay como un sentimiento de lástima hacia él, de decir “ay, pobrecito”. Y es genial cómo evoluciona en la película y esa lástima, en la mayoría de la gente pasa a ser “pa, qué hijo de puta”. Otros dicen “aprovecha de su discapacidad, es un cra”.

¿En ningún momento te cuestionaste la veracidad de lo que te dicen?

Si Carlos me dice que trabaja en Radio Cristal, me alcanza. Yo ni me tomé la molestia de llamar a Radio Cristal. Mi objetivo no es hacer una investigación periodística, sino contar una historia de algo que es cotidiano en la prensa.

¿Por qué te demandaron?

Básicamente los descargos de ellos pasan por exponer su punto de vista, que fue lo que se le agregó al final de la película. Ellos responden tres preguntas: qué papel estaban desempeñando en el año 2005 -cuando se grabó el documental-, qué hacen actualmente y qué tienen para decirle a quienes los acusan de perejiles.

El final es una joyita: Carlos muestra una serie de distinciones que le han dado a lo largo de su trayectoria, muestra plaquetas, trofeos, una corneta.

Creo que Pablo y Carlos se ganan el cariño de la gente. Una cosa muy linda que pasó y que nunca me imaginé fue a la salida del cine, una cantidad de gente se quería sacar fotos con Carlos, que pasó a ser una estrella.

¿Ese mismo planteo te lo hiciste a la inversa, que quizá los perjudicaras?

Mucha gente me dijo que los estaba quemando. Lo que respondo es que son personas que están en lugares públicos, en eventos públicos y siempre estuvieron al lado de cámaras de fotos, de video.

Mi miedo fue cuando terminé, porque tenía que blanquear la situación con ellos. Entonces, me tomé un café con Carlos y le dije que había cosas que no le iban a gustar pero otras que sí. La primera vez que vio el documental estábamos en mi casa: todos esos palos que le dan al principio, donde lo reconocen como perejil, él se lo tomaba muy tranquilo. Pero yo sabía que había muchas cosas que le iban a gustar, como cuando muestro algunas notas que le hace a autoridades, eventos que él organiza. La reacción, no me olvido más, fue inclinarse en el sillón y empezar a verse como el periodista que dice ser. Ahí fue cuando pensé que podía haber una posibilidad de agregar el punto de vista de ellos.

¿Qué fue lo que arreglaron?

Yo recibí cinco demandas de varias personas –incluido Carlos Z.- por casi un millón de dólares, todas reclamaban por daños y perjuicios. Yo ya me había asesorado: mi abogado me había dejado claro que un juicio significaba publicidad.

De los protagonistas, el único que no me hizo juicio fue el ciego, Pablo: la segunda persona con que tenía que blanquear. Una vez me lo encuentro en 18 y Ejido, y lo saludo. Él me contesta: “Muchacho… me hubieras avisado que sale una película. Resulta que fui a Maldonado y todo el mundo me empezó a felicitar y yo no sabia de qué me estaban hablando…”.

La negociación resolvió que ellos (Pablo y Carlos Z.) tenían derecho a réplica al final de la película. González quitó algunas escenas de Zitta comiendo, por ejemplo, “pero las opiniones de periodistas quedaron completas”, aclara. Además, los perejiles se llevan una parte de las ganancias.

¿Qué opinión tenés de la prensa, luego de conocer a los perejiles?

Siempre digo que hay ciertos periodistas que son muy reconocidos, pero son iguales o peores que los perejiles. Yo en muchas cosas discrepo con la prensa uruguaya, sobre todo con esa prensa grande que discrimina un poco a los medios chicos. Hay como una soberbia por sostener un micrófono de un canal, te creés mucho más que otro que quizá trabaja en un diario o en un medio radial. Eso yo en la película no lo pongo, pero sé que es un tema recurrente. Por eso siempre digo que entre una mesa con perejiles y otra con periodistas, yo siempre voy a elegir la de los perejiles.

En la jerga de los medios, cuando un evento ofrece un lunch o un brindis, se le dice “tiqui tiqui”. Esas invitaciones, dicen los entrevistados, generan más difusión porque son más los periodistas que asisten. De eso se trata Perejiles, de contar acerca de esos individuos, de dudosa profesión, que siempre se los ve tomando y comiendo algo junto a la prensa. Con Carlos Z. ya presente en la entrevista, González da su opinión sobre si los brindis son un motivador.

¿Ustedes creen que es un llamador a la prensa invitar a tomar algo?

Me acuerdo que cuando grabé, quedó afuera algo que decía Valentín Rodríguez Bausero: si es causa o efecto el hecho de que al final de determinada conferencia haya comida. Ellos tenían una teoría que me parece bastante válida: por lo general el hecho de hacer una invitación que incluya un brindis puede ser un llamador para la prensa. Porque saben que si no se hace eso, la prensa no va. Él decía que eso es bastante lastimoso.

Pero también hay otro punto de vista para mí: que haya un brindis en un lanzamiento, por ejemplo, es el ámbito ideal para hacer lobby, relaciones públicas; muchos periodistas, y me consta por Carlos, que no hay nada mejor que estar tomando un whisky, teniendo una conversación descontracturada, sin tanta formalidad. A mí me parece que está bueno, es más, yo como asistente de cámara he comido mucho y siempre tratando de no salir para otra nota para quedarme un rato más, charlar con los colegas.

Carlos Z. toma la palabra. González pasará a ser un oyente atento, que no interrumpe en el resto de la entrevista.

Está comprobado que van muchos más medios de comunicación cuando se anuncia un lunch. Eso no quiere decir que, obligatoriamente, los periodistas tengamos que ir supeditados a que exista ese brindis.

A mí particularmente me ha interesado ir a conferencias de prensa, lanzamientos e inauguraciones sin tener en cuenta si hay o no brindis o comida. No es determinante para mí.

¿Cuál es su trayectoria, Carlos?

En una parte del documental se dice que yo he organizado más de 100 eventos. Y es cierto, no exageré. Desde que yo comencé a hacer periodismo en 1954, organicé innumerables conferencias de prensa a través del Centro de Viticultores del Uruguay, en la década del '60, luego de la Cooperativa Caecembú, de la Cooperativa Agraria. También a través de Radio Cristal; siempre culminan con un brindis o un lunch. Se sirve vino de honor porque creemos que esos periodistas aprovechan para hacer sus propias notas y no junto a todos los colegas. Además, se hacen relaciones públicas entre los mismos periodistas, se intercambian tarjetas. A veces, el brindis facilita que los periodistas se conozcan más entre ellos y se formalicen determinadas amistades.

¿Cómo conoció a Federico González?

Yo tuve conocimiento de tu persona -le dice a Federico- cuando tú viniste a filmar al stand de Radio Cristal del Uruguay en la Expo Prado.

El evento que hiciste cuando recibiste a Brovetto -interrumpe el director-.

Sí -retoma Zitta y le vuelve a hablar a González-. Nosotros no teníamos la más mínima idea de que estabas preparando un documental. Salió todo muy natural.

Pasó el tiempo y un día tú nos avisaste que ibas a hacer la inauguración de un documental. Yo no pude ir esa noche y lo vi luego, con mucha sorpresa y extrañeza. Pude comprobar que en el comienzo hay cuatro o cinco periodistas que opinan sobre una cantidad de gente. Allí yo considero que meten en la misma bolsa de los perejiles a varios que somos periodistas de toda la vida. Yo empecé en 1954...

Zitta resume su trayectoria enumerando varios de sus trabajos: un espacio en CX42, secretario de redacción del semanario Hoy, escribió algunas notas para el boletín informativo del Ministerio de Ganadería y Agricultura. “Uno de los artículos más importantes que escribí fue 'Declarando a Las Piedras capital de la uva y del vino'. Estuve en muchos seminarios y congresos de diversa índole, incluso algunos sobre periodismo”, rememora.

A manera de prueba de que sí es periodista, Zitta me invita a su programa de Radio Cristal, para entrevistarme. “Sobre el tema que tú gustes”, me aclara. “Para que yo le haga una nota al aire, en vivo, directamente como periodista, para hablar de cualquier tema que tú quieras; del Portal 180, de Perejiles, de fútbol, de la sociedad, de las elecciones, del tema que tú quieras hablar”, justifica. Esa misma invitación se la extendió, por escrito, a todos los periodistas que lo entrevistaron.

¿Carlos, usted cree que el resto de los involucrados son perejiles?

No voy a opinar porque no me corresponde. Que cada uno de ellos defienda su posición, yo no soy quién para inmiscuirme en los problemas de los demás.

Federico ha manifestado que a él no le interesa dar su punto de vista, pero muchas veces me ha reconocido personalmente que soy periodista.

Ya con sus modificaciones, ¿qué le pareció el documental?

Estamos invitando a todos a que vengan a verlo porque van a pasar un momento agradable. Allí además la acusación que se me hace queda totalmente descartada. En todo este tiempo, hemos recibido muchas premiaciones. Federico habló de una corneta. No es una corneta, Federico, es un parlante.

Sin embargo, al final de la película, cuando Zitta expone sus galardones para argumentar su trabajo en periodismo, se refiere al premio como una corneta.

“Para nosotros es inmerecido que recibamos esos premios, pero ya que los tenemos, los mostramos como un elemento probatorio más, ya que nos reconocieron nuestro labor como periodistas y no como perejiles atrevidos que se meten en una conferencia de prensa para solamente comer y tomar”, continúa Carlos Z. “Nosotros cumplimos nuestra labor periodística, que a veces es de bajo perfil; y de pronto, un día, nos ven que no estamos haciendo una nota con el grabador, otras veces sí, pero a veces levantamos simplemente la versión de prensa que se da o el folleto que se entrega y luego hacemos el comentario correspondiente en la radio”.

¿Cambió en algo su rutina laboral a partir de este documental?

Es una anécdota más en cincuenta y tantos años de periodismo.