"No hay sindicatos de niños ni de adolescentes"

Uruguay es el país de América Latina que tiene, proporcionalmente, mayor gasto social, pero más del 80% se destina a jubilaciones, pensiones y al sector del adulto mayor en general, y menos del 20% a los jóvenes. El desempleo general es del 6%, pero el desempleo juvenil es de 14%. “Sociedades como las nuestras funcionan a partir de presiones corporativas”, opinó Ernesto Rodríguez, consultor internacional de Naciones Unidas.

Actualizado: 26 de noviembre de 2011 —  Por: Clara Esmoris

"No hay sindicatos de niños ni de adolescentes"

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¿Cuánto se invierte en juventud en Uruguay?

Uruguay es uno de los países con mayor gasto social de América Latina, pero esto es muy engañoso, porque se invierte sobre todo en pensiones, jubilaciones, en adultos mayores, pero poco en educación y en salud para el primer ciclo de vida. En el último panorama social de América Latina de la Cepal se hizo una comparación con países altamente industrializados (muchos de los cuales tienen características demográficas similares a las de Uruguay). La proporción del gasto social en estos es más o menos 50% para los menores de 30 años y 50% para los mayores de 30. En América Latina apenas el 20% de los recursos públicos van para los menores de 30 años y el 80% para los mayores. El caso de Uruguay es más extremo; es el país con mayor gasto público en pensiones y jubilaciones de todo América Latina, y el que menos gasta proporcionalmente en primera infancia y juventud.

¿Por qué?

La explicación básica creo que tiene que ver con que sociedades como las nuestras funcionan a partir de presiones corporativas, es decir, grupos de población que se organizan para presionar sobre las políticas públicas para que estas los beneficien directamente. Esto implica que los sindicatos tienen una capacidad importante de tener éxito en sus reivindicaciones y ocurre otro tanto con los pensionados y pensionistas.

Pero esto no sucede con los niños. No hay sindicatos de niños ni de adolescentes. En el caso de los jóvenes la explicación adicional es que los estos no se guían por lo que podríamos llamar “las dimensiones materiales de su existencia”, es decir, cuando se movilizan no lo hacen en función de intereses particulares propios de los jóvenes, no pelean por empleos para jóvenes o por centros de salud para adolescentes, sino que pelean por la paz mundial, por la democracia, por los derechos humanos, cosas muy justas y compartibles, pero que no hacen a la condición específica. Y esto ocurre porque los ellos están más preocupados por la sociedad a la que se van a integrar, ya que están transformándose en adultos, que por su condición transitoria de jóvenes.

Las excepciones a esto son básicamente los movimientos estudiantiles como los que están sucediendo hoy en Chile, pero que no dejan de ser excepciones. La mayoría de los jóvenes no están organizados y no tienen peso en las decisiones sobre las políticas públicas.

¿Por qué se da esa diferencia con los países industrializados que tienen la división 50-50?

Mi impresión es que allí hay una preocupación mayor por la renovación generacional. En esos países está muy claro que apostar solamente a la tercera edad es una especie de suicidio como nación. Igualmente, en los últimos tiempos esto se ha ido modificando.

En Uruguay se han intentado cambiar algunos de estos aspectos en los últimos años. El Frente Amplio ha tenido más preocupación por invertir más en infancia, en parte en adolescencia pero poco en juventud. Por ejemplo, la reforma de la salud benefició en buena medida a los menores de 18 años, pero no a los mayores de esta edad. El Plan Ceibal está beneficiando a niños y ahora a adolescentes, pero no a los jóvenes mayores.

¿Qué está pasando con el mercado laboral para los jóvenes?

Hoy estamos en una situación paradójica, porque el desempleo ha descendido al 6%, pero el desempleo de los jóvenes (menores de 30 años) es del 14%. Estamos diciendo que el desempleo juvenil es más del triple que el desempleo adulto. Para bajar el conjunto, hay que atacar al juvenil.

Se ve una preocupación por tratar de erradicar el trabajo infantil, pero hay una preocupación menos marcada por promover la inserción laboral de los jóvenes. Y en este ejemplo se aplica la explicación anterior: los sindicatos se preocupan por los jóvenes en tanto tengan trabajo y estén sindicalizados; mientras no estén en el sindicato, no les son una preocupación central.

¿Cuáles son los problemas principales de la educación, desde este punto de vista?

En secundaria tenemos problemas serios y sin embargo seguimos dándole vueltas a las mismas cosas. Uruguay es un típico ejemplo en el que la inversión en educación se ha repartido en términos muy polarizados. Se concentró en primaria para asegurar una educación básica para todos y hubo una inversión importante en educación superior, por los reclamos estudiantiles en los años sesenta, el siglo pasado. Pero la cenicienta del cuento ha sido siempre la enseñanza secundaria que sigue sin encontrar una asignación de recursos adecuada y una metodología acorde a la nueva clientela con la que trabaja.

Históricamente secundaria se armó para jóvenes de clases media, familias integradas, pero en los últimos años secundaria ha sido invadida por jóvenes pertenecientes a familias que no están integradas del modo “normal”, a sectores excluidos y demás, y las metodologías fallan al trabajar con este tipo de sectores. Y como fallan, estos jóvenes son en seguida catalogados de inquietos, revoltosos o lo que sea, empiezan las medidas disciplinarias y los propios liceos los terminan expulsando.

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