“Larsen volvió a mirar la hostilidad y la burla en las caras inmóviles de los dos hombres que aguardaban. Enfrentar y retribuir el odio podía ser un sentido de la vida, una costumbre, un goce; casi cualquier cosa era preferible al techo de chapas agujereadas, a los escritorios polvorientos y cojos, a las montañas de carpetas y biblioratos alzadas contra las paredes, a los yuyos punzantes que crecían enredados en los hierros del ventanal desguarnecido, a la exasperante, histérica comedia de trabajo, de empresa, de prosperidad que decoraban los muebles (derrotados por el uso y la polilla, apresurándose a exhibir su calidad de leña), los documentos, sucios de lluvia, sol y pisotones, mezclados en el piso de cemento, los rollos de planos blanquiazules reunidos en pirámide o desplegados y rotos en las paredes”.
En El Astillero, el genial Juan Carlos Onetti describe las imágenes de aquel edificio ruinoso y desvencijado en el que las cuatro personas que lo frecuentaban fingían que todo iba bien y que era cuestión de tiempo para que volviera a funcionar.
Así, como el astillero, está la Federación Uruguaya de Básquetbol.
No alcanza con el voluntarismo que muestra el presidente Ney Castillo quien además monitorea a distancia por sus otras ocupaciones, lo que hizo que la FUBB quede en manos de gente que se maneja como hace décadas atrás.
El pésimo calendario y las carencias de organización en la selección son apenas dos de los aspectos más evidentes pero en las últimas horas se sumó un hecho que golpea la institucionalidad de la FUBB. Miembros del Tribunal de Penas tienen la sospecha de que los “presiones políticas” hicieron revertir el fallo que suspendió la afiliación a Welcome. Así lo manifestó Ignacio Durán a 180, Federico De Angellis a canal 4 y Fabián Martínez a El País. Los tres renunciaron luego de que el Tribunal de Apelaciones revocó la decisión original.
“Para que veas lo raro que es esto y lo feo que venía, desde que el expediente pasa al Tribunal de Apelaciones a mí ya me llega información por varios lados, incluso de gente no vinculada al básquetbol, de que el Tribunal nos iba a dar vuelta el fallo”, dijo Durán.
Castillo lo negó. “Es absolutamente falso, es irresponsable, falta a la verdad. No tiene la valentía de decir de dónde sacó eso que además afecta la institucionalidad de la Federación irresponsablemente”, comentó a 180.
Sin embargo un presidente de un equipo de la Liga recordó que “Ney debe favores a Welcome desde que Welcome sacó del medio a Gustavo Pulleiro para que Ney fuera reelecto como presidente de la Federación”.
Más allá de presunciones, lo que a todas luces suena raro es que, amparados en el mismo código que utilizaron para suspender la afiliación de Goes y Atenas, se haya revocado la sanción inicial a Welcome. Si bien la jurisprudencia no vincula ni obliga a actuar de la misma manera es de imaginar que las sanciones deben guardar cierta coherencia. Y si a Goes le suspendieron la afiliación un año porque sus hinchas se pelearon a trompadas en la cancha con los de Aguada y a Atenas lo sancionaron de la misma forma porque sus parciales golpearon a un hincha de Trouville en las inmediaciones del Cilindro, cómo permitir que Welcome siga jugando cuando sus hinchas participaron activamente de una pelea que terminó de la forma que terminó.
El mejor jugador del básquet uruguayo, Leandro García Morales, fue lapidario tras la revocación del fallo. “Quedó sin efecto suspensión de afiliación de Welcome. /////!!!!!PAPELON!!!!!!!”, puso en su cuenta de Twitter.
La Federación, como el astillero, vive una realidad sórdida y degradada. Y lo grave es que Castillo, como Petrus en la obra de Onetti, no lo advierte. Lo cierto es que en una atmósfera de caos transcurren los días de una Federación mal manejada por dirigentes que son los máximos responsables de esta situación.
Según una actualización enviada el 4 de diciembre de 2012 por el Ministerio del Interior la única cancha de básquetbol habilitada para partidos calificados de “máximo riesgo” es el Palacio Peñarol y la única que tiene habilitación para albergar partidos de “riesgo” es la de Aguada. La de Cordón está dentro de las que solo puede recibir partidos “normales”.
Nadie reparó que Cordón – Welcome no lo era. Hace años sus hinchas se pelean cada vez que juegan entre sí y se desafían por las redes sociales. Entonces la misma FUBB que en 2009 fijó la cancha de Aguada para el partido entre Nacional y 25 de Agosto que terminó con dos muertos, sin tomar en cuenta la rivalidad entre las hinchadas, está vez tuvo la brillante idea de avalar la cancha de Cordón para el partido.
El autor confeso de los disparos que hirieron a los dos parciales de Welcome dijo que fue al partido porque se enteró por Facebook de que a un primo y dos amigos más “le iban a pegar unos tiros”. Pero en la Federación nadie se percató y jugaron el partido en un escenario que no está habilitado para partidos de “riesgo”.
El fallo además probó que dirigentes de los dos clubes dejaron entrar hinchas que no son “concurrentes asiduos” de esos equipos. Las entradas fueron sacadas de la FUBB. En el caso de Cordón se adquirieron 50 entradas que se distribuyeron a metros de la boletería mientras que en el caso de Welcome se sacaron menos entradas pero con el agravante que se llevaron boletos con categoría de socios cuando el equipo era visitante.
Para colmo, las idas y venidas que este incidente generó en la competencia, completamente desprestigiada, que se juega con la desidia de quien no sabe por qué está jugando, como en El Astillero, es otro factor que conspira contra un deporte que acaba de reelegir a un presidente tan ausente como lo estaba Petrus de su astillero.
Lejos de los millones que acercan gente al fútbol, la gran mayoría de los dirigentes de básquetbol están por amor a los colores. No resulta fácil convivir a menudo con situaciones angustiantes y menos aún con hinchas que exigen trato diferencial. Pero nadie los obliga, por lo que aquellos que están allí deben comportarse con responsabilidad y deben estar cobijados por una estructura institucional. En este caso ninguno cumplió con su rol.
“Kunz quedó inmóvil en el centro de la enorme sala, saliendo lentamente del asombro y la incredulidad, mirando con respeto, con superstición, con remordimiento, el sobre ordinario escrito a máquina, la estampilla vinosa y torcida Señor Gerente General de Petrus Sociedad Anónima, Puerto Astillero. Aturdido, sin animarse a creer, sintiéndose indigno de esta creencia, arrimando el sobre a los ojos, porque al principio, cuando Petrus lo autorizó a llamarse Gerente Técnico, aún llegaban algunas cartas, circulares y catálogos de distraídos fabricantes o importadores de maquinarias, oficios de bancos y oficinas de réditos que se mandaban de vuelta a la Capital, a la junta de Acreedores. Pero aquellas últimas pruebas de que el astillero existía para el mundo, para alguien más que los fantasmas de gerentes que aún albergaba, cesaron a los pocos meses. Y así, arrastrado por el escepticismo universal, Kunz fue perdiendo la fe primera, y el gran edificio carcomido se transformó en el templo desertado de una religión extinta. Y las espaciadas profecías de resurrección recitadas por el viejo Petrus y las que distribuía regularmente Larsen, no lograron devolverle la gracia”.
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