Nadia Comaneci y Jaime Roos tienen cosas en común

En su nuevo libro, Contra viento y marea, la periodista Ana Laura Lissardy entrevista figuras de nivel mundial como Nadia Comaneci, Goran Bregovic y Julio Bocca. El resultado son siete historias conmovedoras.

Actualizado: 30 de diciembre de 2013 —  Por: Redacción 180

Nadia Comaneci y Jaime Roos tienen cosas en común

Sin datos (Todos los derechos reservados)

“Ellos… -como dice esa frase que le atribuyen a Mark Twain-, ellos no sabían que era imposible, así que lo hicieron”.

La frase, que aparece en el final de la contratapa, es un gran resumen del nuevo libro de Lissardy. La periodista entrevistó a Comaneci, la primera en obtener un 10 perfecto en los Juegos Olímpicos; Bregovic, el mayor embajador de la música balcánica; Luis Soriano, maestro colombiano creador de la biblioteca ambulante Biblioburro, que enseña a imaginar a niños de pueblos perdidos entre la guerrilla y el paramilitarismo; Marc Herremans, el belga campeón mundial de Ironman, que paralizado de la cintura a los pies venció a la naturaleza; José Antonio Abreu, el venezolano que creó El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela y, con la música, les cambió la vida a cientos de miles de niños de zonas pobres, Jaime Roos y Bocca.

Lissardy contactó a cada uno de ellos y viajó a entrevistarlos. “Primero busqué en Internet contactos de todo tipo (desde los agentes hasta los webmasters) y les escribí a todos. En paralelo, busqué contactos directos a través de colegas y amigos en el exterior. Cuando conseguí acercarme, armé un proyecto explicando qué era y por qué, y contándoles algo de mí, y se los mandé”, dijo la autora a 180.

El encuentro con Comaneci fue especial, ya que era su ídola desde chica. Por eso estuvo nerviosa durante todo el proceso de concreción de la entrevista, aunque llegado el momento “una serie larga de contratiempos” dejaron los nervios en un segundo plano. “Se retrasó el vuelo, adelantaron la entrevista, perdí el cuestionario que había preparado por meses, llegué a una ciudad donde hay seis taxis y estaban todos ocupado y hasta se me rompió el pantalón”, recuerda.

“Con Bregovic fue muy agradable. Él es egresado de Filosofía y dice las cosas más profundas de la manera más simple y entre risas: desde hablar de la guerra hasta contar cuando jugaba al flipper de adolescente en Italia; desde contar de sus charlas con Clapton hasta cuando trabajaba en bares de striptease”, contó Lissardy.

La autora también escribió “Vamos que vamos”, el libro que cuenta las historias de los integrantes de la selección uruguaya que jugaron el Mundial de Sudáfrica. En ese momento recibió mensajes de personas que le dijeron que lo habían usado para trabajar con sus alumnos o hijos temas que tienen que ver con valores, con cómo plantarse frente a un desafío. “Nunca me había pasado algo así con algo que había escrito y me gustó eso: el que se pudieran generar estas cosas a partir de un libro”, dijo Lissardy. En ese momento se planteó seguir por ese lado, aunque no tenía muy claro cómo. Cuando conoció la historia de Carlos Páez Vilaró se dio cuenta de que el modo era contar la lucha que tuvieron las personas que llegaron a alcanzar su sueño. “Que empezaron como desconocidos, simplemente como niños o adolescentes con una pasión (una pasión que no era valorada ni por sus padres en algunos casos), sin recursos muchas veces, sin saber cómo hacerlo. Contar, justamente, cómo lo hicieron. Y también qué aprendieron en ese proceso, en ese camino. Contar cómo lo lograron”, explicó. Fue así como eligió personas que lucharon por algo y pensó en su nuevo proyecto.

Para llevarlo adelante, asumió riesgos. “En el “Vamos que vamos” fue distinto porque hice el proceso al revés: armé un proyecto, salí a buscar fondos para poder realizarlo y luego lo hice. En este otro, fue al revés: salí a hacerlo antes de buscar fondos ni sponsors, ni nada, usando mis ahorros para eso”, contó.

Lissardy espera que el lector “encuentre un empuje para su vida”. Ese es su objetivo. “Estas personas te van dejando cosas con sus historias incluso sin darse cuenta”, dijo y ejemplificó que cuando Comaneci dice en el libro que lo que más buscó perfeccionar en gimnasia fue “la posición perfecta del cuerpo” y que eso le permitió llegar, entrega “una metáfora para la vida: porque la posición perfecta del cuerpo es también cómo plantarse en la vida; la actitud”.

“También espero que encuentren otros elementos que hacen falta para alcanzar los objetivos y que se transparentan de estas historias: el amor por lo que se hace, la perseverancia, la fe y hasta la imaginación para inventarse el camino”, señaló.