Gabard, Rolando y Scatoni forman parte del Programa de Manejo Regional de Plagas que a través de la tecnología de confusión sexual de algunas especies de insectos logró reducir de forma significativa el uso de agroquímicos en cultivos frutihortícolas, que representan el 95% de la superficie comercial de frutales.
Erik Rolando, productor de frutas y presidente de la Asociación de Productores de Producción Integrada dijo en No toquen nada que se redujo el uso general de insecticidas en cerca del 50%, y en un 90% en dos de las cuatro o cinco plagas importantes que padecen los manzanos.
El productor desmitificó el uso de agroquímicos cuando se hace de manera correcta. “El agroquímico bien utilizado no es dañino, no es tóxico, de hecho la mayoría de las producciones lo utilizan, sea de síntesis o no. Pero tiene que quedar claro que lo que nosotros hacemos es un uso racional de todos estos productos y de la investigación”, comentó. Además, añadió que “si las regulaciones funcionan y el productor hace bien las cosas, no tendría que haber problemas con el uso de los distintos productos”, dijo.
Consultado sobre si eso significaba que no es necesario pelar las manzanas antes de comerlas, los entrevistados fueron contundentes en que solo se requiere lavarlas para consumirlas.
Zulma Gabard, exdirectora general de la granja del Ministerio de Ganadería, dijo que se puede transmitir confianza a la población. “Hay inocuidad, no tenemos más gusanos. Antes era común tirar algunos duraznos porque venían agusanados, o en el membrillo también era algo característico. Hoy se erradicó la plaga y se mejoró la calidad del producto que se ofrece a la población”, mencionó.
La tecnología de confusión sexual de los insectos que transmiten plagas se genera a través de una sustancia volátil que contiene feromonas, que se rocía en los montes. Al confundir al macho de la especie sobre la ubicación de la hembra, este no la fertiliza y la hembra no coloca huevos en los frutos, pero no afecta a todas las especies del lugar. “Son sustancias absolutamente específicas. Es una para el gusano de la manzana y otra para el del duraznero, justamente, porque la estrategia de comunicación de los insectos es no hibridarse con otro similar. No hay posibilidad de que afecte a otro organismo”, explicó Beatriz Scatoni, docente jubilada de entomología en el Departamento de Protección Vegetal de la Facultad de Agronomía.
Scatoni también aclaró que esta tecnología no repercute en la fruta. “Son sustancias volátiles, por lo tanto, se van del ambiente rápidamente. También, cuando se usaba un insecticida hace cuatro o cinco años se usaban entre dos y tres kilos por hectárea, y con esto se usan 120 o 180 gramos por hectárea. Lo difícil es dispersar eso en la hectárea de forma uniforme. Pero no hay ningún tipo de riesgo ni siquiera para la persona que lo está colocando”, añadió.