Jorge Sarasola

Brexit se acerca y el Partido Laborista implosiona

Ocho parlamentarios abandonaron el laborismo, criticando a Jeremy Corbyn por su actitud ante el Brexit y alegando una crisis de antisemitismo dentro del partido.

Actualizado: 05 de marzo de 2019 —  Por: Jorge Sarasola

El Brexit ha cambiado las reglas del juego. Mientras los dos partidos tradicionales – el Partido Laborista y el Partido Conservador – intentan adaptarse al nuevo ecosistema electoral donde el apoyo u oposición a la Unión Europea se ha convertido en el principal factor que determina el comportamiento de los votantes, una grieta se ha abierto dentro del parlamento británico con la creación del Grupo Independiente (TIG, por sus siglas en inglés).

La semana pasada ocho parlamentarios laboristas renunciaron a su partido y fundaron este nuevo grupo, frustrados ante el liderazgo de Jeremy Corbyn. Al día siguiente tres parlamentarias conservadoras se unieron, cansadas de la postura de Theresa May frente al Brexit. Laboristas y conservadores centristas unidos por su apoyo a un segundo referéndum y desdén hacia lo que ven como la extrema izquierda y la extrema derecha apoderándose de sus partidos. De momento, el TIG se define como un grupo de parlamentarios independientes, aunque se especula que a futuro intentará formalizar su estatus como partido político.

Los once parlamentarios que abandonaron sus partidos para crear el TIG.

Ya desde el inicio de su liderazgo en 2015, Corbyn contaba con el apoyo masivo de los miembros del Partido Laborista, pero con la oposición de los parlamentarios que perciben su plataforma socialista como un suicidio electoral. En otras palabras, las diferencias entre el líder y muchos de sus parlamentarios son bien conocidas y mantienen una tensa relación hace años.

Pero esta no es la única razón que ha motivado dicha deserción. Dentro del Partido Laborista, la crisis por acusaciones de antisemitismo se ha convertido en un problema tan difícil de resolver como el mismísimo Brexit. Luciana Berger, parlamentaria judía y una de las fundadoras de este nuevo movimiento, no dejó lugar a dudas: “Yo no puedo permanecer dentro de un partido que hoy es institucionalmente antisemita. El líder del Partido Laborista, de forma deliberada y repetida, ha evitado confrontar el odio hacia los judíos en sus filas.”

Mike Gapes, otro de los renunciantes, siguió una línea similar: “Me dan ganas de vomitar cuando pienso que el Partido Laborista se ha convertido en un partido racista y antisemita.”

Esta crisis, debe aclararse, es de suma complejidad, arrastra una gran carga política y tiene infinitos aspectos que analizar. Pero, en resumen, la acusación principal es que el auge del ala socialista en el centro del partido ha motivado la incorporación de nuevos miembros con opiniones que pueden ser construidas como antisemitas, y que el líder del partido – quizás por avalarlo, quizás por omisión, quizás por incompetencia – no ha hecho suficiente para contrarrestar.

Vale remarcar lo obvio y aclarar que dicho antisemitismo no proviene de una vertiente nazista o similar dentro del partido, sino de dos orígenes bien definidos. Por un lado, la alianza entre la izquierda socialista y la causa palestina se ha desvirtuado en ciertos rincones laboristas y convertido en críticas virulentas hacia los judíos y un cuestionamiento hacia la existencia del estado israelí. Por otro, ciertas teorías conspirativas que ven la mano judía detrás de un capitalismo depredador son prevalentes entre algunos de los nuevos corbynistas, que derivan en la repetición de estereotipos antisemitas de antaño. El hecho de que el líder laborista se haya referido a miembros de Hamas y Hezbolá como “sus amigos” en el pasado también ha sido motivo de duras críticas hacia su persona. Durante el mandato de Corbyn el abuso y los ataques sufridos por parlamentarios judíos en redes sociales han alcanzado niveles tóxicos.

Jeremy Corbyn, líder laborista.

Las razones por las que estos once parlamentarios abandonaron sus partidos quedan entonces elucidadas. La pregunta que emerge es si hay apetito para una nueva agrupación centrista en un contexto político que se ha polarizado en los últimos años. En la primera encuesta que incluye al Independent Group llevada a cabo por YouGov, este embrión de un partido político logró alcanzar el 11% de la intención de voto, y en la segunda, el 18%. Cifras nada despreciables para un grupo con poco más de una semana de antigüedad.

Tanto May como Corbyn parecen haber sentido la presión de este quiebre entre sus filas causado por remainers cansados de ser ignorados, y como consecuencia, dieron dos concesiones. Por un lado, May anunció que si su acuerdo es rechazado en la Cámara el 12 de marzo, habrá un voto subsiguiente para optar entre salir sin ningún acuerdo el 29 de marzo o postergar la salida hasta junio. En otras palabras, la fatídica posibilidad de saltar al vacío el 29 de marzo sería evitada, o al menos, postergada.

Por otro lado, Corbyn declaró que si el acuerdo conservador es aprobado sin ninguna concesión hacia las demandas del laborismo, entonces apoyará un segundo referéndum entre salir con el acuerdo propuesto por May o permanecer dentro de la Unión Europea. Esta nueva movida es destacable considerando que es lo más cercano que Corbyn ha llegado a apoyar un segundo referéndum. Aún restan aclarar ciertos puntos en la propuesta laborista ya que continúan habiendo varias contradicciones en sus planes, pero la influencia del TIG en este cambio de dirección es evidente.



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