Sartori sin sonrisa y Larrañaga al borde del llanto: el final de la noche blanca

Juan Sartori fue ignorado por toda la dirigencia del Partido Nacional y Jorge Larrañaga sufrió una durísima derrota que no pudo disimular. Mientras Luis Lacalle Pou festejaba en el escenario al final de la noche, ellos se fueron rápido, sin hablar y acompañados por poca gente.

Actualizado: 01 de julio de 2019 —  Por: Emiliano Zecca

Sartori sin sonrisa y Larrañaga al borde del llanto: el final de la noche blanca

Foto: Nicolás Celaya /adhocFOTOS (Todos los derechos reservados)

Lacalle Pou se mostró tranquilo y confiado durante toda la noche de las elecciones. Ya sabiéndose ganador de la interna blanca, dio un discurso breve en su comando de campaña y después partió hacia el directorio del Partido Nacional, ubicado en la calle Juan Carlos Gómez, frente a la Plaza Matriz. En el lugar lo esperaban los dirigentes que llegaron primero, entre ellos, el precandidato que salió cuarto, Enrique Antía, y el intendente de Cerro Largo, Sergio Botana. Los resultados le importaron poco a ambos, igual festejaron eufóricos, con puños apretados y brazos arriba con los militantes.

Después llegaron los integrantes del equipo de Jorge Larrañaga, que fueron consolados por los militantes de Alianza Nacional y Verónica Alonso, que esperaba a Juan Sartori en la esquina de las calles Rincón y Juan Carlos Gómez, acompañada por dos personas. “Nosotros venimos con la mejor postura, si han habido ataques todos fueron en contra de Juan. Creo que entre Luis y Juan va a haber una actitud muy positiva, con las dos primeras fuerzas pensando en el futuro. Esperemos que Larrañaga cambie su postura, yo apelo a la madurez política”, dijo con relativo optimismo Alonso, antes de entrar a la reunión en el directorio.

Sartori y Larrañaga llegaron a los pocos minutos, pero con actitudes diferentes. El primero se detuvo a conversar con los medios, fue el único de todos los dirigentes blancos que lo hizo, y Larrañaga entró por el costado, casi sin ser visto. Los dos recorrieron el vallado que iba desde la esquina hasta la entrada a la sede del partido y cuando Sartori llegó a la puerta fue silbado e insultado por los militantes.

La reunión entre los dirigentes demoró unos minutos y fue sin periodistas. Después salieron en tandas y subieron al escenario. Larrañaga esperó su turno parado al lado de Antía, Botana y del intendente de Colonia, Carlos Moreira. Todos saltaban y movían los brazos con el jingle de la campaña “Orgullosamente blanco”, menos Larrañaga.

Sartori se quedó lejos del resto, quieto en la puerta de entrada a la sede del partido. Ya no sonreía. Como pudo avanzó y se abrió paso entre el tumulto de dirigentes. Otra vez todas las cámaras, su otra compañía en la noche junto a Alonso, se fueron con él y su caminata hasta el escenario.

La división quedó marcada cuando todos subieron. Lacalle Pou se paró en el medio, rodeado por su gente. A su derecha se ubicó el sector de Larrañaga y a la izquierda, bien en la punta y en el fondo quedó Sartori. Había que esforzarse para verlo en ese rincón.

Lacalle Pou anunció a Beatriz Argimón como compañera de fórmula y terminó su discurso. Sartori fue el primero en irse. Serio, rápido, sin responder a cómo se había sentido después de esa reunión en el directorio. “Me voy contentísimo con mi campaña y los resultados que obtuvimos”, fueron sus únicas palabras al ser consultado por No Toquen Nada.

Desde el entorno de Sartori contaron a No Toquen Nada que mientras estuvieron reunidos en el directorio nadie habló él. No lo consultaron, no le pidieron opinión sobre los pasos a seguir y tampoco hubo problemas, a pesar de que el ánimo hacia él no era el mejor. Sartori fue ignorado gracias a un resultado electoral que le dio a Lacalle Pou una victoria absoluta, con más del 50% de los votos, y le abrió la posibilidad de elegir sin tener que negociar con el segundo, que fue lo que finalmente hizo.

Atrás de Sartori se fue Larrañaga. “Me voy muy bien, muy fuerte, como siempre”, le dijo a No Toquen Nada. Una señora lo abrazo, le dijo que lo amaba y le pidió que por favor no se cayera. Larrañaga la escuchó emocionado, su ojos brillaban. Después cruzó la Plaza Matriz abrazado de su gente, mientras en el escenario todavía seguían los festejos de su partido.

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